En modo pausa, a escribir opiniones!!!

jueves, 27 de agosto de 2015

Pues bien, aquí aparezco de nuevo, después de pasar bastante tiempin sin la menor idea ni la más pequeña pizca de inspiración, me he enfermado....la vejez me esta alcanzando :( :) asi que éstas últimas semanas me he puesto a "relajarme" recordando antiguas series y viendo Doramas clásicos y un par de nuevos (alabadas sean las web asiáticas). Voy a poner mis opiniones sobre estos aqui, asi que no se asusten ok?

"Behind", links de capítulos

jueves, 13 de noviembre de 2014







Aquí les dejo los links para que puedan leer con calma los capítulos, recuerden este material es de mi entera autoría y se les agradece su opinión, pero por ningún motivo se valida la copia parcial o total del contenido. también aclaro que las imágenes que se agregan a esta presentación no son mías.... soy un desastre en dibujo y mucho menos en diseño gráfico.
Gracias por su comprensión y su tiempo :) que la pasen bien en mi blog.


















nos chequeamos pronto.

"Behind" Cap. 3



Cap. 3 Behind

-Amelia no ha ingresado en ningún registro de las tropas, debe permanecer en el área de la cordillera-
-envíen a los bronces-
La orden de Midjar fue acatada de inmediato; los tres oficiales de la alianza que se encargaban de la red de información tecleaban a toda velocidad.
ella era muy tonta si permanecía dos días seguidos en esa zona; y estaba convencido de que si hubiera salido de ahí ya estaría detectada por los grupos de supervisión que rondaban las fronteras de esa región; movilizaría a los siete escuadrones si era necesario para atraparla; antes de lo que ella supiera estaría nuevamente demostrándole quien era él.
Salió de la sala de controles hacia la tercera planta del edificio; aun necesitaba a los escudos de hierro para la misión de restablecimiento del sector sur de la región, pero sin la dirección de su capitana los estúpidos guerreros no parecían más que un puñado de afeminados con armamento de alta tecnología pero inútil.
-señor…-
La voz suave lo sacó de sus elucubraciones, posó su mirada poderosa en la ruborizada y esbelta mujer; el traje negro y azul le quedaba maravillosamente ajustado alzando sus pechos y hundiéndose indecentemente entre sus labios inferiores; tenía que aceptar que el diseño aerodinámico del escuadrón de tecnología era perfecto. La tela del grosor del ala de una libélula, tan suave al tacto como la seda pero tan fuerte como una armadura de plomo; jamás en la historia humana se había creado tal nivel de protección y eficiencia; y él era el dueño de esa y otras de las mejores quimeras del siglo.
-la activación del arma SS23 espera su aprobación-
-¿el doctor Deiter la envió?-
Preguntó sabiendo perfectamente porque el imbécil hombre había elegido a esa joven. Idiota lame botas.
-si señor-
-venga conmigo-
La orden dejó a la mensajera bastante indecisa. Midjar imaginó que el doctorcito no le había informado a la recluta que el supremo general de las alianzas unidas era el hombre mas artero que se conocía hoy en día; nadie ni nada pasaba por sobre él… y ella no sería la excepción; tenía que admitir que el envió era muy bien aceptado, la noche anterior no había quedado complacido en ningún sentido y la jovencita que no debía pasar los 24 años ante él, prometía ser una buena merienda.
 
 
-¿crees que la capitana siga ahí?-
El fornido soldado terminó de cargar el camión, cerró la portezuela y se dio vuelta para ver la cara de indiscutible duda en su compañero
-más vale que siga ahí, no voy a seguirla por todo el mundo-
-¿pero porque se fue?-
-¡mierda Gillor! ¡¿Cómo quieres que sepa eso?! ¡Se fue y se fue! No estés pensando que siempre vas ha estar bajo su falda…- sonrió ampliamente al notar el rubor inocentón que el enclenque joven tenía en la cara; y no solo era él, en el maldito escuadrón había varios que no mas ver a la intrépida capitana el rostro se les volvía un farol encendido y en sus pantalones se movía su hombría; niños de pañales, eso era lo que eran, muy pocos de esos mocosos habían tenido algo mas excitante ante ellos que los sueños con aquella mujer.
-no pierdas más tiempo y ponte a recoger tus cosas, no quiero que después me vengas a joder con que no tienes algo y quieres que te lo preste-
-¡nunca te he pedido nada Samuel no difames!-
-si, si, como sea ya lárgate y deja de estar lloriqueando por una mujer que nunca te va ha poner atención-
-¡que te estaquen el corazón con una viga de acero oxidado!-
Samuel hizo el gesto de recibir el ataque y presionó su gran puño bronceado contra su pecho sólido, cerró los ojos y dio tres pasos atrás, como fulminado
-eres una mierda Samuel-
-igualmente camarada-
Se puso firme en toda su altura, el hombrecito no le llegaba ni a los pectorales y le faltaban siglos para lograr tener su condición física; nadie en todo el escuadrón dorado ni ninguno inferior podría contra él. El oso dorado, fuerte como treinta hombres, veloz como los extintos guepardos… tenía que admitirlo, tal vez se adulaba mucho, pero al momento de que la admirada y deseada capitana había desaparecido él y solo él había tomado las riendas de los escuadrones principales; el mismísimo general Midjar le dio las ordenes de mantener a los siete grupos de escudos ante el cambio repentino. Nadie tenía idea de porque la mejor capitana de la alianza se había esfumado; ella era líder de cientos de los mejores hombres y mujeres guerreros del mundo, era la pareja del hombre mas poderoso y el salvador de la humanidad ¿Por qué se había ido?
-basta de niñerías, regresa a tu escuadrón y prepárate, la salida es en quince ¡muévete!-
El segundo al mando del escuadrón bronce dio media vuelta y regresó a su unidad; Samuel tomó su maleta y la acomodó sobre su hombro, los dos escuadrones que iban en la búsqueda en la región de los grandes picos nevados estaban armando sus respectivos destacamentos, los escudos de oro y los escudos de bronce, conformaban exactamente treinta y dos hombres, solo una mujer había llegado a formar parte del escuadrón principal y era precisamente a quien tenían que encontrar. Viva o muerta.    
 
La chica se agitaba a su ritmo, sus redondos y asombrosos pechos se sentían ardientes en sus manos mientras seguía embistiendo con brutal fuerza dentro de ella; sus gemidos eran dulces y perfectos para hacerlo acelerar su movimiento, era una muy buena merienda, una que iba antojársele muy a menudo;
Estaba seguro;
-señorita Razden…- rugió sin detenerse en su delicioso trabajo -…al llegar a la sala de balística… informe que…- sintió el cuerpo exuberante bajo el suyo que se contraía de placer.
Muy buena sin duda;
 -…el arma SS23, puede ser activada-
 
 
No supo cuando o como, pero ahora tenía a la consternada Amelia atropellada contra el suelo, la mano derecha apretaba su garganta mientras su cuerpo hacia de peso muerto para inmovilizarla mas.
-tú eres el enviado para detener la invasión de los demonios…-
Su mano se aferró más; No era posible que ella supiera eso, nadie sabía eso… nadie solo…
-¿tú eras la que me seguía?-
La mirada de dolor le contestó.
Había sido un idiota, había vuelto a creer, había vuelto a desear… 
-¿tu enviaste a seguirme? –
De nuevo Amelia simplemente lo veía y respiraba con esfuerzo ante el enorme cuerpo sobre el lastimado de ella.
Merecía morir, merecía esa voz de odio y esa mirada de desprecio.
-yo lo hice- logró decir con suavidad.
No tenía más que decir; Ella hacia quince años que comandaba las tropas de la alianza, aunque solo dirigía las operaciones por orden de aquella voz que siempre la mantuvo prisionera,  pero fuera por voluntad o forzada había sido ella quien condujo a los tres escudos dorados y a la hechicera para encontrar un ser que le habían informado era una amenaza para la humanidad naciente y debía ser puesto en observación para sacarle el secreto de su habilidad de camuflaje y su destreza en combate… era su culpa; controlada o no; de que aquel furioso guerrero fantasmal estuviera a punto de matarla por el martirio que había sufrido él
-lo hiciste…-
Las palabras ahora salían de sus labios tensionados llenas de ira y resentimiento, Amelia se lo merecía.
-¿y te gustó?... ¿te gustó perseguirme? ¿Hacerme sentir un maldito engendro? ¿Te causó gracia que te haya ayudado? ¡Habla!-
-¡no!- chilló.
Intentó moverse. Apartar el contundente peso que lastimaba su brazo y su pierna
-has de haber gozado a mares el verme atenderte, el pretender que no sabías quien era…-
-¡no, no! –
Sintió un punzante dolor en su rodilla, Kravel usaba su propia rodilla izquierda para aplicarle aquel tortuoso dolor
-¿ya le avisaste a tu grupo? ¿Les dijiste que el maldito ángel que se les escapó estaba tratando de salvarte?-
Amelia detuvo su intento patético de resistencia, ¿ángel? ¿Eso era? ¿En verdad que tales seres existían?
-¡deja de verme así!-
El rugido fue quizás más fuerte que el golpe que lo siguió.
Ella estaba acostumbrada a ser golpeada; Su vida había sido una constante batalla entre los híbridos y los que la mandaban a matarlos; Pero nunca en su vida había sentido un golpe en el hombro como aquel. No era fuerte, no, pero le hacia doler algo muy adentro, mas profundo que la piel o los huesos, algo que no parecía estar ahí antes de ese golpe; Algo que no entendía por completo, ¿porque existía en ella y porque parecía que iba a dejarla sin vida si recibía otro golpe?
-yo te veo…- dijo con un hilo de voz. Ya no podía contener ese algo que no entendía, ese sentimiento desgarrador, abrasador
–yo me fui… no le he dicho a nadie… por eso me iba… no quiero que te… no…-
El golpe en su hombro izquierdo parecía propagarse ahora hasta su pecho, un calor doloroso se acumulaba en el centro de su abdomen y mas el peso del enardecido ángel, tenía la certeza de que perdería la conciencia en cualquier segundo… pero necesitaba mantenerse despierta. Tenía que contarle lo que había pasado con ella y así tal vez podría encontrar una razón para que esos ojos de hielo dejaran de verla con tanto resentimiento.
Buscó fuerza de quien sabe donde para ordenarle a su cuerpo que dejara de resistirse, que dejara de dolerle y sobre todo que no permitiera que su miedo se reflejara en su rostro o en sus palabras; había aprendido hacer tales cosas tiempo atrás, había conocido tantas clases de torturas que tenía que asegurarse a si misma que no permitiera que lo que él le hiciera la volviera mas vulnerable.
 
-me escapé- dijo con una asombrosa calma; todo en ella había cambiado, su cuerpo ya no se abatía bajo el suyo, sus músculos no estaban tensionados y su rostro ya no mostraba ningún sentimiento
-escapé de ser la líder de los regimientos de la alianza humana, dejé atrás todo… a todos los que me torturaban y me forzaban a realizar trabajos horrendos… ya no podía seguir ahí, no después de que…que comprendiera que todo por lo que había sufrido ahí era solo una fachada para actos deplorables…-
Kravel mantuvo su mirada clavada en el rostro de ella, un mechón del oscuro cabello se pegaba a la piel como la nieve de su mejilla y podía sentir como el torrente de sangre por las venas del cuello circulaba con mayor rapidez
-¿escapaste? ¿Crees que voy a creerte?-
-hace seis semanas que logré salir sola de los perímetros de la base río negro, con la excusa de dirigirme a la ciudad este y reunirme con el jefe de la alianza… pero fui a la cuidad sur para encontrar la casa de un familiar… tuve que huir de ahí también… así fue como nos encontramos-
La mano que apretaba su delgado cuello subió levemente a su quijada para obligarla a subir su rostro
-no te creo-
Amelia detuvo su respiración. Su corazón se contrajo hasta paralizarse y su mente le repetía esas tres palabras haciendo que aquello tan profundo en ella explotara desbordando angustia y terror
-… Kravel… -
Esto se había acabado. Ya no mostraría misericordia por nada ni nadie, esta era la última vez... Con su mano izquierda arrancó el cabestrillo y junto con él la tela de seda salió rasgada hacia un lado y al tener libre acceso apretujó con rencor el seno derecho; Ya no tenía nada que soñar, nada de que preocuparse. Ella no era diferente de nadie.
Era la peor de todos.
Iba a sufrir.
Apretó la mandíbula haciendo que ella abriera su boca para gritar y ante el gesto apuntaló con más fuerza la rodilla que mantenía presión en el miembro fracturado de Amelia
-¿gritas? ¿Por qué?- gruño aumentando cada una de sus presas contra ella
-¡¿Crees que me vas a volver a engañar?! ¡¿Crees que me vas a enternecer con tus quejidos falsos?! –
 
La cólera hervía en esos ojos plateados y una oleada de determinación se apoderó de Amelia.
A pesar del dolor, movió su mano izquierda hasta la que sujetaba su quijada para obligarlo a apretar con más fuerza
-¡mátame! ¡Hazlo! ¡Será mejor que si ellos me encuentran! ¡No voy a volver! ¡No voy a volver!-
Con un impulso y ante la total sorpresa de Kravel estiró el cuello y presionó sus labios contra los de él. Un torrente de ansiedad la inundó; eran tibios y a pesar de que estaban rígidos por la ira, eran tiernos y se amoldaban a los suyos, no tenía idea que besar a alguien se sintiera así de cálido. Él volvió apretar su garganta con fuerza y Amelia pensó por un segundo que estaba muerta; Al parecer Kravel no consideraba su impulso como algo bueno; Pero de inmediato la rigidez en esos labios cálidos se derritió y eso que había despertado en su pecho y que parecía llorar ante la idea de que Kravel la lastimara liberó una energía que hizo a su cuerpo entero sentirse como una ligera bomba de jabón.
 
Él la besó con ansias y desesperación tanto y por tanto tiempo que pudo probar la sangre que salía del labio inferior de ella y Amelia dejaba que hiciera lo que nunca había hecho.
La besaba, la mantenía presa bajo su cuerpo y ella respondía con notoria alegría ante el hecho.
Jamás había besado a nadie que no estuviera muerta de miedo y que no gritara en su propia boca ante la fantasmal presencia que él suponía. Pero Amelia lo había besado; ella se había movido para acercar sus labios a él que por un instante creyó que nunca podría odiar tanto a alguien como a ella.
Ahora no podía creer que pudiera besar a nadie mas… debía tener ese cuerpo que se movía dulcemente a pesar de lo lastimada que estaba, debía liberarla de su peso y alzarla en brazos para llevarla a la cama…
Pero una ráfaga de duda cortó todo intento; ella era la culpable de que nunca hubiera tenido descanso, que nunca pudiera coexistir con los humanos que supuestamente tenía que defender.
Detuvo su beso pero no se apartó de ella,
¿Qué tenía que hacer?
¿Estaba siendo engañado?
Era lo mas lógico.
Si, ella trataba de engatusarlo y así atraparlo nuevamente, Amelia solo estaba actuando.
-eres…- mordió la palabra sobre sus labios, estaba seguro que era falsa, que no era mas que un soldado entrenado para esto.
 
Amelia pudo notar la ira que aun mantenía él; y podía comprenderlo, ella era una total extraña que le acababa de confesar ser la causante de tanta miseria en su vida, merecía que él dudara de ella, que la maltratara por haberle causado tanto dolor, pero no quería que la odiara. No podría seguir respirando si Kravel lo hacía.
-golpéame- dijo con suavidad haciendo que sus labios crisparan los de él que aun se mantenían contra los suyos –has lo que quieras, tienes todo el derecho de hacerlo… pero…-
-¿pero que?- gruño mientras apretaba el seno en su mano provocando el chillido agudo de ella -¡¿pero que?!-
Los ojos violetas ya no brillaban, están totalmente nublados e inmóviles, desprovistos de toda señal de actividad.
Se había desmayado.
Kravel soltó un potente grito sobre aquellos labios ahora inertes. Estaba totalmente confuso y dolido.
Despreciaba aquella mujer por haberlo acorralado de la forma más cruel hasta volverlo un engendro. Lo había orillado a odiar al mundo entero y vengarse de cuanta mujer que encontrara. Ella era la causante de que fuera un vulgar ladrón, un horrendo monstruo que saqueaba las casas y desvirtuaba mujeres por doquier.
Era el ángel caído, el único ser de su clase en ser desterrado por voluntad propia.
Y ahora bajo él estaba la causante.
Podía hacerle lo que a todas esas mujeres inocentes les había hecho y recordaba que ese había sido su primer impulso al verla y al tenerla en su cama, tenía que haberlo hecho en esos momentos, había dejado que sus tontos sueños le devolvieran ese aspecto angélico de bondad y cariño hacia los seres vivientes….
-maldita…- susurró mientras liberaba a la inconsciente hembra preparándose para quitarle la bata destrozada y poseerla.
 
 
 
 
Samuel recorría la carretera agreste como si estuvieran tras él cientos de endemoniados, pero lo único que lo seguía era el otro destacamento de hombres en los cinco autos negros y nuclearmente blindados de la alianza; quería llegar a la zona de agrupación lo mas pronto posible; el día había permanecido sombrío y eso no era un buen indicio, los híbridos podrían salir si el lugar donde se encontraban estaba provisto de sombra suficiente y la zona de la cordillera era un lugar perfecto; las laderas frías y pobladas de bosques brindaban abrigo a todo tipo de criatura. Los pastizales a la sombra de aquellos mismos bosques también eran un escondrijo óptimo y no tenía la menor intención de pelear en esta misión; tenían que encontrar de una buena vez a la capitana y someterla a la presencia de Midjar.
-maldita loca- masculló mientras esquivaba un enorme bache con el simple girar sutil de su muñeca contra el volante.
Manejar nunca había sido un problema; mucho antes que su padre le enseñara a conducir él ya dominaba esas maquinas. Sentía que se volvía uno con ese caparazón de velocidad, no se cansaba de apretar el pedal de velocidad sin importarle los sonidos de angustia de los imbéciles de sus acompañantes;
Simples mocosos que acababan de entrar en el regimiento;
¿Por qué tenía que ser él la niñera de tal grupo de cobardes? Su escuadrón era el de mayor rango de los siete comandos de la alianza y ahora tenía la tarea estúpida de cuidar a esos tontos niños.
Llegaron a su destino. La rivera norte del río que bordeaba una de las montañas más amplias de la cordillera, detuvo el convoy lo más cerca posible de los pastizales; ordenó a los guerreros más jóvenes que establecieran el campamento, y a las escuadras de su grupo los mandó a inspeccionar el perímetro y colocar las diversas medidas de seguridad.
Él comenzaría la pesquisa de inmediato.
Había analizado el relato de escape que Juval le había dado a Midjar y a él. Conocía la historia de la vida de Amelia con cierto detalle y en muchas ocasiones había escuchado a Juval contarle lo que pensaba y lo que había vivido al tener al fenómeno como familiar.
Hacia cinco días Amelia había llegado a su casa contándole que estaba en una misión de búsqueda rutinaria y que había decidido pasar a saludarlo; en un comienzo no creyó que fuera un problema, sabía que ella estaba sometida a Midjar y que él nunca dejaría que alguien como ella se alejara tanto por voluntad propia, así que dejó que entrara y que saludara a su querida esposa. Le permitió ducharse mientras la cena era preparada y cuando estaban sentados a la mesa llegó el mensaje vía telefónica del escape.
De inmediato se lanzó hacia ella con la clara intención de atraparla mientras le gritaba a su esposa que contactara con la alianza y les dijera que la prófuga estaba ahí, pero la gentil y desentendida mujer actuó de forma contraria e intentó detener su ataque y su monstruosa hermanastra aprovechó la distracción de su atacante para escapar.
Juval discutió con su esposa unos momentos intentando quitarla de su camino y poder usar las únicas armas que encontró en ese instante: El bate de béisbol y el cuchillo de carnicero. Pero la necedad que fundía los pies al suelo y las manos apretando sus brazos para detenerlo no era una voluntad propia, sabía que Amelia tenía habilidades formidables pero ahora comprendía a que se refería su padre aquel día al ver que un pequeño pajarito estaba suspendido en el aire ante su recién llegada hermana. Amelia hacia que las cosas se movieran a su voluntad, lo comprendió en el momento que intentó liberarse del abrazo de su esposa y supo que solo matándola podría rescatarla de ese truco, Amelia no era un híbrido como todos los demás, manipulaba y usaba a cualquiera en su beneficio.
 
Samuel mantenía bien pendiente este dato, si Amelia había controlado tan bien a la esposa de Juval, era de mucho cuidado.
Mas de lo que él siempre tuvo con ella; los años que había sido su segundo al mando, creyó conocerla mejor que nadie, creyó que la entendía. Una mujer fuerte, experta y firme en cada decisión tomada. Pocas veces la vio sonreír; nunca escuchó una risa y sus ojos de ese curioso color casi morado solo mostraban antipatía y frialdad. Era solo un soldado bien entrenado. Jamás imaginó poder tener un contacto mas cercano a ella que el de subordinado a superior y cuando supo que era la mujer del comandante general por un momento se quedó hecho roca ¿esa mujer tan aislada era la amante del supremo líder de los humanos? ¿Cómo era posible que algún hombre pudiera pensar siquiera en ella de esa forma? Nunca entendía porque los demás subordinados de su grupo y los demás escudos vivían fantaseando con ella cuando una mirada de aquellos ojos irreales bastaba para mandar a callar al más agresivo animal o al más imponente guerrero. Tal vez todos los estúpidos a su alrededor eran unos masoquistas, o la escasez de mujeres entre las líneas de escudos fuera la causa de que cualquier fémina en un perímetro cercano fuera su fuente de excitación básica… al fin y al cabo la capitana no era una presa poco embellecida, tenía que admitir que era una mujer preciosa; si te la encontrabas en cualquier lado que no fuera dando ordenes, matando híbridos o golpeando a algún inexperto nuevo recluta.
Nunca tuvo la oportunidad de verla en un ambiente que no fuera tras las barreras de los centros de acopio de la alianza o en un movimiento de su comando al campo de batalla. Ella solo era una guerrera, nada más y nada menos, para Samuel no era otra cosa que su capitán… un capitán que los había abandonado. Un capitán que huía de su responsabilidad por quien sabe que razón.
Y eso era lo que lo motivaba a avanzar por entre la espesa maleza y los árboles que comenzaban a amontonarse en el paisaje; tenía que saber por qué ella había hecho lo que hizo.