-¿estás
seguro que es por aquí?-
-si
no lo estuviera tu serías la que condujera ¿cierto?
-aja,
como si me dejas… oye- dijo ella viendo la parte trasera del auto por el
retrovisor -¿Por qué tenías que traerlos? Sería más sencillo matarlos ¿no?-
El
sujeto al volante comenzó a reír a carcajadas, mientras su acompañante lo veía
con el seño fruncido y los pasajeros del asiento trasero temblaban como niñas
asustadas.
-¿Qué
gracia sería ir a visitar a la familia sin un regalo? Apuesto que a Júlian le
encantará jugar con ellos-
-tú
siempre has malcriado a ese niño, nunca aprenderá a cazar por el solo si vives
llevándole todo lo que se le antoja-
-ya,
ya, aun no tiene la edad para salir del recinto, déjalo que disfrute lo que
nosotros no pudimos-
-quiere
decir que te estás desquitando con ese mocoso lo que TÚ no hiciste cuando eras
un niño-
-¿y
que tiene? Aun no tenemos la oportunidad
de tener los nuestros… deja de fastidiar-
Anrys
inclinó el rostro para ver sus manos sobre sus muslos; Kire tenía razón, ya
tenían más de tanto tiempo juntos y no habían podido concebir, por momentos pensaba que todo era culpa suya,
que el hecho de haber salido de su mundo sin la autorización del padre de Kire la había condenado.
-deja
de pensar tanta estupidez…- dijo él, haciendo
que sus ojos color azul cambiaran repentinamente a un rojo sangre –no hay nada
de malo en ti, ni en mi… solo que aun no es tiempo-
Quitó
su mano de la palanca de cambios y le sujetó las manos a su compañera.
-si
vuelves a pensar cosas así te juro que te regreso a donde te encontré-
-aja-
respondió ella
Kire
no quería verla sufrir más de lo que en los últimos meses habían pasado; el
estigma de ser de la casa Kalwa lo había alcanzado; y pensar que le parecía
imposible que la venganza de las otras casas de demonios lo hubiera estado
buscando.
Aceleró
a fondo al tomar la intersección de la salida hacia cuidad Urle, quería llegar
lo más rápido posible para aclarar de una buena vez porque incluso su familia
los quería muertos.
No
tenían forma de escapar; los dos hombres que no pasaban de los treinta y que
eran dueños del auto en el cual estaban siendo raptados ya no tenían ideas de
cómo zafarse de esa pareja de locos, que a todas luces se proclamaban demonios.
Preferirían estar muertos ya que permanecer con esos dementes que hablaban de
matar y cazar gente como si fuera una salida al parque o ir de compras al
supermercado, pero no tenían oportunidad, cinco minutos antes habían hecho el
único y último intento de escape; con gestos se habían puesto de acuerdo en
someter a la mujer que se veía frágil y muy fatigada, así que en un impulso
violento el hombre que estaba en el asiento tras ella le tomo por el cuello con
ambas manos ejerciendo gran presión, estaba seguro que esa llave la dejaría
indefensa, no por nada había estado casi toda su vida entrenando, mientras que
su compañero amenazaba al conductor para que se detuviera y los dejara bajar o
si no su amigo mataría su mujercita con solo apretar un poco más el delgado.
-¡¿oyes
eso “mi mujercita”?!- dijo el conductor, y con un estruendo como el de un
trueno, las manos del hombre se separaron de ella sin que esta moviera un
centímetro de su cuerpo, dejando al sujeto aplastado contra el cuero oscuro del
asiento haciendo gestos de dolor pero incapaz de gritar, sus manos se retorcían
de manera imposible para el cuerpo humano, a punto de quebrarse en mil pedazos,
hasta que Kire dijo
-es
suficiente Anrys- y de inmediato el hombre pudo respirar nuevamente y sus manos
dejaron de moverse.
-odio
que estas cosas se atrevan a tocarme- dijo ella sacando una caja de toallas
húmedas de la guantera para sacar varios trozos y limpiarse el cuello delgado y
blanco.
-¿tienes
hambre?- preguntó Kire viendo de reojo a Anrys que se mordía levemente el
nudillo del dedo índice
-no
como desde que… pero no comeré eso-
-que
niña más quisquillosa, en momentos extremos, medidas extremas mi amor, no hay
tiempo para que paremos y puedas ir de caza-
-ya
lo dije, no comeré eso, ya tiene más de siete días, deberías arrojarlo por la
ventana-
Kire
saco una bolsa de plástico de su chaqueta azul marino y vio el corazón
ennegrecido.
-aun
es comestible- dijo como un niño que ve un rico pastel
-que
asqueroso Kire, bota eso-
El
rehén que venía sentado tras él no contuvo su estómago y comenzó a vomitar por
la ventanilla haciendo de el vomito volara como ráfaga tras el auto
-¿ves?
Incluso estos saben que eso esta malo, tirado por favor-
-bien,
bien, pero no hay nada más-
-detente
ahí adelante y comamos algo-
-¿Qué?
¿Papas fritas? No sé cómo puedes comer tal porquería-
-no
me molestes, quiero comer algo y eso es lo único aceptable por aquí-
-ni
lo sueñes, no voy a dejar que algo tan asqueroso entre en tu cuerpo-
Y
de inmediato se apretó la vena del cuello haciendo que de ella brotara la
sangre rojo oscuro
-que
caballeroso- dijo ella mientras sus ojos se iluminaban
-todo
sea para “mi mujercita”- respondió él sonriendo ampliamente, Anrys se puso de
rodillas en el asiento y se aferró al brazo de él para apretar su boca sobre la
sangre tibia.
-esto
es una locura… una locura- susurraba el pasajero mientras sujetaba a su
compañero que continuaba en la ventanilla vomitando.
Anrys
lamía y absorbía la sangre tibia y espesa, el sabor que curiosamente siempre le
había parecido algo cenizo y dulzón con pequeños rastros acerados se
arremolinaba en su garganta y le infundía una clara sensación de euforia. Era
en esos momentos en los que se sentía mas unida a Kire, pero al mismo tiempo
eran esos instantes de contacto los que la aislaban en su mente. Cuando ella
tomaba la sangre del fiero y difícil demonio sus mentes se distanciaban y les
era imposible escuchar los pensamientos inmediatos de cada uno.
-si
sigues me dará sueño- dijo Kire suavemente
-lo
siento- susurró ella aun con la boca sobre su cuello –Kire…regresemos, no hay
porque ver a la familia… no quiero verlos-
Kire
soltó un leve gruñido, ya habían discutido el asunto en casa y creía haber
dejado clara su situación; no podían seguir aislados, no importaba cuanto
tiempo había pasado desde que no formaban parte del mundo de los demonios,
incluso después de todo ese tiempo la maldición estaba siempre sobre él.
-ya
me canse de estar como el hijo perdido, si me quieren enfrentar pues mejor
atacar primero-
Las
luces de la cuidad se estaban encendiendo ya, cuando el automóvil turismo se
estacionaba frente a un lujoso hotel, los árboles de la entrada se mecían con
la brisa tibia traída desde lejos que recorría el lugar y sutilmente se dejaba
entrar al vestíbulo decorado suntuosamente con detalles en oro. Kire salió
lentamente y agachándose lo más que pudo junto a la ventana de los aterrados
pasajeros les dijo
-los
dejare aquí por un momento, más vale que esperen…- sonrió con malicia -… si, seguro que
esperan-
Se
apartó de la ventana para ver a Anrys salir del auto, se veía tan delicada en
aquel vestido azul claro, con el cabello castaño atado por un gancho en la
parte baja de la cabeza haciendo que el cabello sobrante cayera como pétalos de
alguna exótica flor, traía los ojos cansados pero el color gris en ellos no
dejaba de parecerle hermoso.
-¿Qué
tanto me vez?- dijo ella sonriéndole con un notorio rubor en las mejillas, bien
sabía lo que él pensaba, los dos se escuchaban perfectamente a través del
pensamiento inmediato.
-¿me
esperas en el vestíbulo o me acompañas hasta el cuarto?-
-voy
contigo- declaró ella comenzando a entrar.
Kire
terminó de cerrar la puerta y como si
esta fuera del papel aluminio con que se envuelve la comida, apretó la
cerradura haciendo imposible abrirla, ni por fuera y claro, ni por dentro; hizo
lo mismo con la otra puerta y con una gran sonrisa entró al hotel.
-por
favor llame al cuarto uno cero tres- dijo a la recepcionista que al escuchar la
voz profunda se ruborizó de inmediato
-si…
claro, un momento- balbuceó la mujer mientras tomaba el auricular
-odio
que hagas eso- susurró Anrys viendo con notoria molestia a la mujer, Kire se
apartó del mostrador, se acercó a su compañera celosa y le susurró al oído
-no
te pongas así, ninguna humana me interesa-
-pero
ellas si se interesan en ti- objetó
-no
es mi culpa que mi querido abuelo me haya heredado ese poder, es algo
inevitable-
Anrys
apretó levemente la quijada y movió su rostro lejos de él, que le sonreía
dulcemente.
-señor,
nadie contesta en la habitación- dijo la recepcionista
-¡ah!
pensé que mis primos seguirían ahí, gracias de todas formas ¿podría darme la
llave por favor?-
-¿la…
llave?- preguntó la mujer con duda
-si
mi llave, se la di a usted cuando salí a traer a mi hermana ¿no recuerda?-
Anrys
se alejó y camino rápidamente hacia el elevador
-¿en
serio? No recuerdo ¿me la dio a mi?-
-claro
que a usted, no podría olvidarme de alguien así, pero claro alguien tan bonito
no le presta atención a los que no somos agraciados, es lógico-
La mujer se ruborizó más aun
-creo…
ya lo recordé, tiene razón, permítame un momento- y de inmediato le dio una
tarjeta de plástico color blanco.
-disculpe
la confusión señor, que tenga buena noche-
-muchas
gracias señorita, buenas noches-
Caminó
con calma hasta el sector de los elevadores y tomó la mano de Anrys
-tú
y tus trucos- dijo ella soltándose lentamente
-sí,
yo y mis trucos… lo que te molesta es que contigo nunca funcionaron-
-no
querido, eso te pone a pensar ¿quién tiene más poder? ¿El embaucador o el que
no puede ser embaucado?-
Él
le sujetó de la cintura y le besó la mejilla
-a
veces pienso que en verdad tú eres la embaucadora, y que me hechizaste de
alguna manera para estar siempre contigo-
Ella
sonrió
-estamos
a mano entonces-
Las
puertas del elevador frente a ellos se abrieron y aun sujetándola de la cintura
entraron. Al llegar al piso cincuenta bajaron en un pasillo de alfombra
florida; caminaron en silencio hasta llegar frente a la puerta que ostentaba el
número que estaba inscrito en la tarjeta.
-sonríe
querida, la familia nos espera-
Pasó
la tarjeta en la ranura y la puerta se abrió lentamente.
Una
señora de avanzada edad estaba sentada en la cama matrimonial viendo la
televisión en el centro de entretenimiento, estaba vestida con un traje rojo y
amarillo
-buenas
noches madre Zera-
Dijo
Kire al ver que la anciana los veía como si estuviera en algún tipo de trance
-tiempo
sin verte hijo, ¿Dónde habías estado?- vio a Anrys y sonrió ampliamente; tal
vez demasiado para el rostro de una anciana; estirando los labios hasta llegar
a las orejas, provocando que miles de arrugas se formaran en el rostro
-con
que ella es… un placer conocerte querida- se levantó lentamente y dio unos
pasos hacia ellos
-pasen,
pasen, enseguida los llevo a la entrada-
Kire
caminó junto con Anrys hasta quedar cerca de la cama mientras la anciana
apagaba el televisor y se metía al baño; una puerta al lado derecho de la
entrada del cuarto.
-sabes,
siempre me pregunté ¿Por qué la entrada a la casa principal tenían que ponerla
en un hotel?- dijo él subiendo un poco la voz.
-la
pregunta es al revés querido- dijo la anciana que ya no sonaba como una, sino
como una mujer más joven -¿Por qué en la entrada a la casa principal tuvieron
que poner un hotel?-
La
mujer que ahora salía del baño les sonrió nuevamente pero esta vez sus labios
rejuvenecidos se vieron dulces y tentadores, pintados de rojo fuerte igual al
color del vestido ajustado sobre aquel cuerpo joven y esbelto.
-vengan-
Kire
se acercó a ella con calma seguido de Anrys; la mujer, o mejor dicho el demonio
con la apariencia de una exuberante mujer, los condujo por el pasillo hasta las
escaleras externas de emergencia, subieron hasta la azotea y ahí entraron a una
bodega, su interior estaba totalmente
oscuro.
Pero
para los ojos de aquellos seres no significaba nada, podían ver lo que tenían
que ver: Un sutil circulo lleno de símbolos que flotaba en mitad del lugar
-que
tengan una buena fiesta-
-se
me olvidaba- dijo él –en el estacionamiento dejé un regalo para Júlian ¿podrías
dárselo?-
-me
encantaría, pero él ya no está aquí… lo enviaron de nuevo en la última reunión,
a la que no llegaste-
-bueno,
entonces el regalo es tuyo, que te diviertas- la voluptuosa criatura sonrió
levemente mientras Kire se daba media vuelta para ponerse junto a Anrys y
decirle
-cuando
entremos, por favor no hagas nada, veas lo que veas o te digan lo que sea, no
hagas nada-
-en
el estado que estoy no podría hacer mucho-
Un
leve malestar inundó el pensamiento de Kire, ella acababa de pasar por un
ataque de aquellos demonios gemelos, que por desgracia se contaban como su
sangre, en un momento en el que Kire estaba demasiado lejos para auxiliarla
pronto. Anrys Había logrado salir del local abarrotado de otros demonios que
simplemente observaban la pelea desigual sin mediar palabra o ayuda para ella.
Estaba
por enfrentarse a su padre por esa acción y en cierta medida aliviar su culpa
por no estar ahí para ella, mientras él buscaba respuestas para los acosos de
sus hermanos y de aquel demonio…
-es
mejor así, vamos-
Entraron
a un extenso jardín rodeado por un muro de caliza blanca que estaba atacada por
unas gruesas enredaderas que brotaban entre el pasto verde y fresco que cubría
todo el lugar. Árboles frondosos llenos de flores blancas y rosadas se erguían
a la derecha de la entrada donde ellos acababan de aparecer; una fuente se
escuchaba al fondo de aquel dulce lugar que parecía un sueño con el cielo
totalmente azul claro.
-siempre
me agradó este lugar…-dijo Kire mientras comenzaba a caminar sobre unas lozas
de mármol que serpenteaban por el jardín para evitar que el pasto y las
florecillas que nacían por todos lados fueran pisoteadas. Su madre había creado
ese ambiente.
-Tenía
la costumbre de subir a ese árbol- y señalo uno que estaba en la esquina
opuesta
-para
leer los libros prohibidos mientras mis cuidadores me buscaban por toda la
casa…- sonrió con tristeza -eran los pocos momentos divertidos aquí-
Pasaron
rápidamente por el jardín para bajar un par de escalones hacía un pequeño patio
de piedra oscura, donde se encontraron la fuente que chorreaba un agua
cristalina con la cual una criatura parecida a una muchacha jugaba como perdida
en sus pensamientos, mientras el agua que revolvía con sus manos extremadamente
largas de seis dedos le mojaban el vestido princesa, con la mirada profunda de
los ojos sin pupila, totalmente blancos
-sea
bienvenido joven Kire- dijo alzando el rostro a los visitantes -su señor padre
lo espera en el salón principal-
-muy
amable en recibirnos- dijo él pasando rápidamente junto a la fuente mientras la
muchacha de rostro ovalado los seguía con la mirada nublada hasta que su cabeza
dio una vuelta completa sobre su cuello para quedar de nuevo viendo el agua.
-no
me siento bien- declaró Anrys cuando estaban por entrar a la casa de fachada
antigua; una mansión hecha de piedra oscura, con ornamentos exagerados y
tétricos, de techados puntiagudos que sobre salían entre la infinidad de
árboles que la rodeaban, era tan grande que
no se podía ver el extremo que curiosamente parecía bajar junto con la
colina en la que estaba asentada.
-¿Qué
pasa?- dijo él intentando sonreír -¿te está dando miedo?-
-no…
mi cuerpo… me siento demasiado débil-
-¡ha
es eso! Bueno la verdad es que como no eres parte de esta casa, es por lógica
que seas afectada por la magia que protege el lugar-
Ella
lo vio con notorio fastidio.
-¿y
no pensaste decírmelo antes?-
-ibas
a venir de todas formas y esa barrera ha estado así desde que la casa Kalwa fue
fundada… pero no le hagas caso, no te matara ni nada -
Las
puertas se abrieron suavemente, y en el interior del vestíbulo redondo otro
centinela los esperaba, esta vez era un hombre vestido con una toga, la tela
era muy similar al cuero pero de un color café mas claro y una camisa suave de color
blanca salía de las mangas campana de la túnica, el parecía más humano y los
veía solemnemente.
-buenas
tardes- dijo con una voz de ultratumba, hueca y sonora
-
bueno, avisa que estamos aquí-
El
ser alzó un poco el rostro –el señor Kalwa ya lo esperaba joven, pero me ha
solicitado que atienda a su acompañante pa…-
-mi
señora, ella es mi señora- corrigió el rápidamente mientras el sujeto mostraba
gran molestia por el título para la joven.
-Y no- continúo Kire -ella viene conmigo-
El
sujeto cerró los ojos e hizo una reverencia ante ellos.
Kire
dio un suspiro y continuó su camino pasando junto a él, cuando Anrys lo siguió
a pocos pasos de distancia, pudo notar que el rostro del sujeto estaba lleno de
púas que se crispaban como si fueran vello que reacciona ante la furia que
seguramente sentía.
Ella
comprendía que para todos los miembros y sirvientes de aquella casa, la llegada
de un demonio como ella era el golpe más bajo. Para una familia como la Kalwa, que era conocida como
la casa más fuerte y prácticamente la líder de ese mundo, el hecho de que un
demonio que no pertenecía a ninguna casa; un demonio de tan baja categoría;
pisara su sagrada residencia, consistía en un desprestigio.
Una
bofetada directa del sucesor de la casa.
-¿Por
qué siempre vives repitiendo que soy el sucesor de la casa?- dijo Kire que
claramente había estado escuchando los pensamientos de Anrys
-porque
lo eres… te guste o no-
-ah…
¿y por eso estás conmigo? ¿Para ser la “mujercita” del demonio más fuerte de
todos?-
Ella
sonrió.
-¿más
fuerte?… no me llegas ni a las rodillas-
-he
llegado más arriba que eso… -
Anrys
sonrió más aun mientras sus mejillas blancas se sonrosaban.
-cuanto
tiempo- dijo alguien en medio de la oscuridad que habitaba en la recamara a la
que acaban de entrar
-casi
una centuria padre… no creo que vayas a decir que me extrañaste-
-estas
de regreso-
-no
he regresado, estoy de paso… -
El
piso comenzó a vibrar, mientras un murmullo se elevaba de todas partes, Kire
sabía perfectamente que el ser poderoso que era su padre estaba muy molesto, y
por eso no se mostraba con su imagen humana, y mantenía la oscuridad en ese
lugar; una oscuridad absoluta, algo muy molesto para cualquier demonio que
conociera, ya que para ellos la oscuridad nunca ha sido un obstáculo; pero su
padre lograba crear ese vacío de percepción.
-¿y
tenías que traer a esa cosa?-
La
voz se había vuelto tremendamente hostil, y con cada palabra el temblor
aumentaba
-Anrys
quería conocer la casa y a mamá-
-¡no
voy a dejar que una criatura tan despreciable se acerque a ella! ¡JAMAS!-
El
brillo de los ojos dorados de aquel ser iluminó todo el amplio salón, parecía
un coloso dentro de una jaula; era robusto y de piel gruesa y azulada, sus
brazos estaban semi arqueados pues si los extendía golpearían el suelo, su
espalda, arqueada también, hacia que el enorme demonio estuviera sobre los
recién llegados que parecían hormigas frente a él, estaba vestido con una bata
de tela suave que se plegaba en sus muslos sobre el imponente asiento en donde
descansaba, tenía un par de enormes colmillos que sobresalían de su labio
inferior para rozar levemente el superior, el pelo frisado le salía desde la
quijada corriendo furtivamente hasta el cráneo en dos filas ondulantes que se
entrelazaban una con otra formando un intrincado diseño que se extendía hasta
la parte inferior de la nuca y se perdía bajo la bata.
-no
te alteres tanto, también quiero saber ¿Por qué rayos has enviado a los gemelos
a buscarme?-
-tu
deber es estar aquí, no perdiendo el tiempo en ese mundo tan sórdido… lleno de
criaturas de tan poco valor-
-no
tienes derecho de imponerme a esos tontos, digan lo que digan los cuidadores
del recinto, no voy a dejar que escojan el mundo donde tengo que estar-
-tengo
la obligación de hacerte entrar en razón, en poco tiempo el convenio de los
demonios se vendrá abajo por las intrigas de ese imbécil Gradiz… tienes que estar aquí-
-no
veo la necesidad de estar tras tu trono, te puedes cuidar bien solito-
El
gran Kalwa dio un tremendo golpe al reposabrazos
-¡condenado
seas criatura estúpida!-
-
… es solo que no considero lógico tener que estar tras de ti, eres el principal
guardián de este mundo, no me necesitas-
-muchas
cosas han cambiado aquí…-
Kire
vio a Anrys.
-creo
que te encantara conocer la casa- dijo con calma – si es que papá no se opone-
Kalwa
soltó un bufido pero no objeto la idea, mientras Kire le comunicaba a Anrys por
el pensamiento a donde tenía que ir exactamente. Ella salió rápidamente.
-esa
cosa no merece existir-
-no
voy a discutir sobre ella, tengo todo el derecho de tenerla conmigo-
-no,
en el orden natural de las cosas ella no tiene derecho ni de respirar… te has
sobre pasado al hacer tal cosa-
Kire
sonrió mientras su padre comenzaba a cambiar, volviéndose un hombre de rostro
cuadrado y severo, su imponente melena ahora era una elegante trenza de cabello
gris que caía hasta el piso.
-nunca
imaginé que te perderías, que tu locura te haría caer tan bajo como para crear
algo tan mezquino como esa criatura-
-yo
no la creé, solo la hice más fuerte-
Kalwa
lo sujetó fuertemente del brazo derecho
-¡la
has creado! ¡Aunque trates de convencerte de lo contrario! ¡Has mezclado las
cosas más peligrosas para poder poseerla y tienes que pagar por ello!-
Kire
borró su sonrisa por completo y se soltó de su padre con furia
-¡no
voy a dejarla! ¡Es mía!-
-no
sabes las desgracias que traerá si la dejas vivir más-
-¡¿Que
me importa eso?!¡No voy a perderla! ¡No de nuevo!-
-¿estás
pérdida?-
Dijo
el niño que la veía desde la puerta que daba a un cuarto lleno de seres
vestidos como si fueran a una fiesta de disfraces, Anrys supo de inmediato que
eran más sirvientes de la casa que tenían el deber de entretener al niño.
-si,
Kire me mando buscar algo, ¿me ayudas?-
-¡¿Kire
está aquí?!- gritó dando un pequeño brinco hacia ella que estaba segura de que
ese niño de cabello rubio platinado y de ojos negros era nada menos que el
querido Júlian; Kire siempre le había contado tanto de él, su hermanito
favorito, al cual siempre iba a visitar llevándole presentes de humanos, hasta
que hace menos de veinte años dejó de comunicarse con él.
-¿Esta
con papá? ¿Me trajo algo? ¿Quién eres tú? ¿Su compañera? ¿Eres mi regalo?-
-si
a lo primero, no a lo segundo, soy su compañera y no, no soy tu regalo, pero me
gustaría estar contigo un rato ¿se puede?-
-¡Siiiiii!
Si eres la compañera de Kire entonces eres mía también-
-¿Cuánto
tiempo tienes?-
Él
movió su cabeza para hacer que el cabello se le apartara de los ojos pues lo
llevaba bastante largo
-voy
a cumplir mi primer centuria, ¿y tú?-
-cinco
y media-
-¿y
qué te mando a buscar Kire?-
-su
cuarto, ¿sabes donde es?-
El
niño que ante un humano no pasaría de los siete años, le tomó la mano y sonrió
mostrando sus dientecillos puntiagudos
-queda
en la otra parte de la casa, yo sé un atajo ¡¡vamos!!-
La
condujo por el corredor que los llevó
hasta un pequeño pasadizo tras un cuadro de un paraje lleno de árboles blancos
con formas torcidas y en apariencia suplicante; el pasadizo era totalmente
oscuro y toscamente labrado en la piedra viva y parecía hundirse a cada metro
que avanzaban, era muy húmedo y se podía sentir una ráfaga de viento desde el
otro extremo.
Al
salir se encontraron con un pequeño lugar muy similar al patio de la fuente;
con un bosquecillo muy denso rodeándolo, había un arco de enredaderas en un
extremo que daba a un páramo muerto y frío; Una rustica escalinata que ondulaba
en el centro se estiraba hacia la casa
creando un puente sobre la entrada al túnel.
-¡vamos! ¡Al subir las escaleras llegamos!-
Gritó
Júlian corriendo hacia las gradas oscuras llenas de plantas y musgo; hacía
mucho tiempo que nadie pasaba por ellas.
-ten
cuidado- dijo ella siguiéndolo.
Se
detuvieron frente a la puerta que estaba en el único descanso de la escalera,
una puerta de madera gruesa, con remaches toscos y cerrojo enorme con los
bordes hechos de metal forjado brutamente.
-esto
parece una puerta de prisión- susurró.
-
no sé abrirla- dijo el niño poniendo su manita pálida contra la madera
-he
probado de muchas formas pero no se abre…-
-puede
que este hechizada, ¿tú no usas magia?-
-no-
movió su cabeza fuertemente de un lado a otro haciendo que sus rubios cabellos
brillaran –papá aun no me enseña… y mamá…-
-yo
tampoco se usar magia… - volvió a ver la puerta: era una puerta muy fea, mal
acabada, ni siquiera tenía protección para la intemperie en la que se
encontraba luego vio las paredes que la sucedían a ambos extremos, nada de
ventanas y llenas de enredaderas con florecillas anaranjadas y rojas
-esto
definitivamente es una prisión- dijo con cierto desdén, Kire le había contado poco de su tiempo en
casa de sus padres, pero lo que sabía era suficiente para imaginarlo dentro de
ese lugar encerrado, recibiendo la infinidad de lecciones de tantas cosas que
para los mayores eran indispensables para el sucesor del gran Kalwa, clase tras
clase, sin poder salir de esa cárcel, totalmente solo…
-estaba
solo- dijo tocando la madera rustica -¡ay!- una astilla le perforó la palma de
la mano, la sangre brotó lenta sobre la madera y la puerta se hinchó como si
estuviera dando un suspiro para de inmediato abrirse totalmente.
El
interior de la habitación estaba atestado de libros y estantes con frascos y rollos de papeles y
telas extrañas, una mesa cerca de la
pared lateral derecha estaba impregnada de un color ocre y huesos regados por
todo el piso a su alrededor, en el fondo del cuarto se ostentaba la única
ventana que daba al patio donde ellos habían aparecido, Anrys se alegró de ver
que era una ventana amplia de doble hoja, al menos aquel cubil no era del todo
encerrado; bajo la ventana estaba la cama
grande y bien acolchada por un enorme edredón azul con bordes grises, a
unos metros de la mesa que a todas luces era la mesa de trabajo, estaba un
armario enorme; le faltaba una de las puertas así se veían unos cuantos ganchos
aun colgados que mantenían varias túnicas
de niño.
En
un rincón estaba una sola silla apoyada contra una esquinera llena de armas en
miniatura hechas, al parecer, de trozos de los árboles del jardín.
-qué
lugar tan triste- murmuró Anrys tocando suavemente las túnicas colgadas
-¿y
qué hay que buscar aquí?- preguntó Júlian mientras se subía a la cama para
empezar a brincar
-nada,
solo tenía que venir aquí para esperar que Kire terminara su conversación con
su padre-
Se
acercó a la cama y se sentó en la esquina, vio al activo niño que brincaba con
entusiasmo y sonrió, podía imaginar a Kire haciendo lo mismo. Eran tan
parecidos Júlian y él, seguramente cuando era de su edad era igual, de cabello
rubio platinado de ojos vivaces aunque de diferente color, con la naricita
recta y la boca delgada y el rostro alargado.
-¿Qué
te pasa?- le preguntó Júlian al verla tan ensimismada
-te
pareces mucho a Kire-
-¿de
verdad?-
-aunque
no lo conocí de pequeño apostaría que son idénticos-
-¿Entonces
cuando sea grande me veré como él?-
Anrys
asintió levemente y de un brinco el niño se sentó en sus piernas, ante el asombro
de ella.
-¿y
serás mi compañera? ¿Solo mía?-
Comenzó
a reír con suavidad, para luego decir acariciando el cabello sedoso del niño
que la veía intrigado –incluso se declaran con las mismas palabras… -
-yo
nunca diría algo tan cursi- dijo Kire desde la puerta del cuarto, ambos lo
vieron con una sonrisa en los labios que se borró de inmediato al notar las
heridas que el alto Kire presentaba en el rostro, el pecho y el brazo derecho. Heridas
que chorreaban gran cantidad de sangre espesa y muy oscura, casi negra.
-¡NO!
– gritó ella bajando a Júlian rápidamente y corriendo hacia Kire que continuaba
sonriendo forzadamente
-¡¿Qué
paso?!...- lo examinó con angustia y le
limpió la sangre del rostro con sus manos
-¡por
eso te dije que no viniéramos!- los ojos grises de Anrys comenzaron a cambiar
mientras sus manos se engrifaban haciendo que unas enormes garras plateadas
salieran de sus dedos
-cálmate
Anrys, esto no es nada… deberías ver como quedaron los otros- y le guiñó el ojo
que no cubría la mancha de sangre
-¡¿otros?!
¡Por el demonio más grande! ¡Pudiste morir!-
Sus
ojos pasaron a una oscuridad completa y los colmillos superiores crecieron
hasta pasar su labio inferior
-dije
que te calmaras… no vas a pelear… además- reparó en el niño que los veía con
seriedad
-ya
conseguí lo que quería… es hora de irnos- le tomó las manos y las apretó
levemente. De inmediato el cambio en ella retrocedió.
-¿Qué
conseguiste?-
-razones…
muchas razones… perdona que no pude traer nada para ti Júlian…- dijo cuando el
niño se cruzó de brazos mostrando una gran molestia
-ya
vámonos- dijo Anrys tomándolo por la mano
-hermano…-
dijo Júlian con la mirada clavada en un par de zapatos viejos junto a la mesa
de trabajo -no quiero estar aquí… me
gusta el mundo donde tu vives-
-debes
cuidar de mamá porque…-
-¡mamá
está muerta!- gritó alzando la vista mostrando un par de ojos dorados iguales a
los de su padre –¡¡ entro a mi cuarto… y me dijo que volvería…!! … y no
regreso… no… la encontré…- sus ojos volvieron a cambiar de color y las lagrimas
le corrieron por las mejillas sonrosadas –creí que estaría escondida aquí… era
el único lugar que no podía abrir… y… no está… mamá no…-
Anrys
se hincó frente a él y le abrazó, mientras el niño lloraba descontroladamente
haciendo que sus rasgos cambiaran abruptamente, de un niño lindo y delicado a
un pequeño demonio de ojos brillantes y garras que lastimaban los costados de
ella, la piel se le tornaba rojiza y áspera para luego volver a la tersa y clara.
-¡¡Es
suficiente Júlian!!- ordenó Kire sujetándolo por la muñeca derecha y alejándolo
de Anrys lo levantó del piso hasta que sus rostros quedaron a la misma altura.
-si
ella murió esta bien, no merecía estar aquí, ella no tenía porque estar
atrapada aquí… es mejor que haya muerto-
-¡NO!-
chilló el pequeño demonio moviéndose bruscamente intentando liberarse de su
hermano -ELLA TENÍA QUE ESTAR CONMIGO, NO TENÍA QUE IRSE, HAS QUE VUELVA KIRE,
DEVUELVEME A MAMÁ, MURIO POR TU CULPA OI A PAPA DECIRLO, FUE TU CULPAAAA-
-deja
de hacer berrinche- dijo él intentando permanecer calmado
-¡NO!
QUIERO A MAMÀ CONMIGO TRAELA TRAELA TRAELA QUIERO A MAMÁAAAAA DEVUELVEMELA DEVUELVEMELADEEEVUUELLLVEEELAAAA
REGRESALA COMO LA
REGRESASTE A ELLA-
Con
un manotazo Kire apretó sus dedos en la quijada del niño y sus ojos se
volvieron totalmente dorados
-¡dije
que te calmaras!- espetó con la voz más áspera que pudo salirle -tú no sabes
nada…-
-¡Kire
basta!- Anrys se les acercó con rapidez para intentar liberar al niño que
continuaba llorando ahora enmudecido por la garra que le hundía las mejillas
contra las quijadas, las garras oscuras comenzaban a perforar su piel blanca y
se impregnaban del color carmesí.
-él
no tiene la culpa, déjalo y vámonos-
-si…
vámonos-
Soltó
rápidamente a Júlian y este cayó al suelo temblando de furia, sus cabellos se
erizaban incontrolablemente y su rostro se transfiguraba de nuevo
-lo
siento por ti querido hermanito -
-si
lo sientes…- dijo el demonio hincado frente a él mientras hundía las garras en
la madera sucia y vieja del piso -¡llévame!-
-por
el momento el lugar más seguro es entre los que están en mi contra-
Apoyó
su mano en el hombro de Anrys; en verdad estaba muy cansado y podía sentir que
la magia que protegía la casa estaba siendo modificada para atacarlos; no tenía
más opción, debía hacer una invocación, no llegarían con vida al portal en el
jardín.
-vas
a tener que ayudarme- dijo mientras sacaba de la bolsa del pantalón un pequeño
dije en forma de una flor
-¿Cómo?
Yo no sé usar magia-
-entonces
bienvenida a la clase de magia básica, toma el localizador y concéntrate en la
imagen de la entrada a la cuidad –
-no,
espera, yo no puedo-
-¡Anrys
cállate y haz lo que digo!... Esta empezando, puedo sentir un fuerte apretón en
el pecho-
Su padre, que igual que él estaba muy débil,
intentaba matarlo usando la ultima estrategia que tenía
-el
control sobre los cuerpos relacionados por sangre, es una técnica básica pero
muy efectiva, mucho más que enviar un hechizo destructor…- apretó fuertemente
la mano temblorosa de Anrys mientras una descarga de dolor lo atravesaba
-bas…ta con tener un poco de la sangre para controlarlo o matarlo… me equivoqué
al dejar que sus manos me alcanzaran-
Ella
de inmediato apretó sus manos sobre el dije, y cerró los ojos para concentrarse
en aquella arboleda de pinos altos y que brindaban frescura a la carretera que
serpenteaba hasta caer por una empinada colina a la cuidad que por tanto tiempo
habían llamado suya. De inmediato sintió que su mano le ardía como si estuviera
prendida en fuego y el resto de su cuerpo estaba rígido y demasiado frío, le
costaba respirar.
-muy
bien hecho- dijo él dejándose caer boca arriba sobre la yesca seca junto a uno
de aquellos enormes pinos, no habían recibido ningún daño al trasladarse, al
parecer no había sido un mal lugar para invocar la magia. Se habían salvado por
poco –ahora… si eres tan amable, me gustaría que me…-
-Kire-
interrumpió ella apretando su puño en el colgante que aun estaba caliente
-¿a
qué se refería Júlian con que me regresaste?-
-…es
solo un niño y estaba enojado… no le hagas caso a lo que dijo, eran tonterías…
ya, ayúdame a buscar algo de comer, si no como algo pronto no podré
recuperarme-
Ella
no dijo nada más y comenzó a caminar hacia la carretera, su casa estaba a medio
kilómetro de ahí, no le sería difícil llegar si caminaba por el sendero que
atravesaba el lado norte del pinar.
Caminó
percibiendo todo a su alrededor, pero a la vez un murmullo le vibraba en el interior,
los gritos de aquel niño, esas palabras “regrésala como la regresaste a ella”,
¿la había regresado? ¿A qué se refería con regresarla? ¿Acaso era porque habían
vuelto al mundo de los demonios?
No.
podía asegurar que no era por eso, era algo más, algo que le daba un fuerte
miedo; vio la casa en el risco, pasando el acantilado blanco bañado por las
espumosas olas y su corazón se tranquilizó, esa imagen siempre le daba
descanso. Al llegar a la orilla vio hacia abajo, era un abismo de muchos metros
y le encantaba el aire que se arremolinaba en ese pasaje, avanzó hasta el
puente suspendido que unía las dos partes, el pinar y el risco, lo cruzó con
calma, no tenía la menor intención de apresurarse a ayudar a Kire, se sentía
muy molesta por la falta de información que él le daba en algo que bien sabia
no era cosa de niños.
Kire
ya había percibido la molestia que su querida Anrys tenía, así que se había
puesto en pie, aun débil y mareado, y decidió llegar a la casa.
Aunque
sabía que al llegar tendría que responder con calma la terrible pregunta.
Ese
había sido su temor en aquellos cuatrocientos años, desde que vio ante sus ojos
el cuerpo inerte de Anrys, pálida y totalmente desangrada por culpa de aquel
ser que aun le sonreía en sus pesadillas, con aquellos ojos verdes. No, no
diría nada, ella no tenía porque conocer ese pasado, habían sido felices sin
nada que les atrajera a esos momentos nefastos. No diría nada.
Suspiró
con gran alivio al encontrarla junto a la chimenea arropada con una gabardina
que él había dejado sobre el sillón de orejas en donde le encantaba sentarse a
leer. Estaba bien dormida pero apretaba el cuello color gris como si estuviera
soñando que era el cuello del dueño.
-aun
está molesta- susurró mientras se acercaba a su frente para darle un beso. Se
le vino a la cabeza que era la oportunidad para ir a ver aquel demonio,
necesitaba aclarar todas las cosas que había conseguido sacarle a su padre. Pero
estaba muy agotado, las heridas ya no sangraban pero estaba débil y hambriento,
tendría que descansar, salir de caza no era lo recomendable en su estado y la
única que podía ayudarle tal vez al despertar no lo haría, así que subió las
escaleras frente al vestíbulo y entro a la última alcoba al final del corredor
del segundo nivel; no se desvistió y se lanzó a la cama de cuatro postes para
de inmediato quedar dormido.
Y
ahí estaba, aquel sujeto de ojos verdes que le sonreía burlonamente, que
sujetaba las manos de Anrys mientras ella lo veía hipnotizada, Kire gritaba y
trataba de alcanzarlos pero cientos de demonios le salían al paso más y más
impidiéndole ver a las dos criaturas que más amaba, las dos criaturas que mas
odiaba, las dos criaturas que no eran en absoluto ajenas… el grito desgarrador
de Anrys lo hizo volver el rostro, su corazón saltó hasta su garganta y corrió
como un loco hasta la sala de estar, ahí en mitad del lugar estaba él, y
sostenía nuevamente a Anrys entre sus brazos, nuevamente le sonreía,
incitándolo a pelear, a recuperar lo que nunca le había pertenecido.
-KIRE,
KIRE DESPIERTA- gritaba Anrys que estaba sobre él intentando despertarlo, pero
él continuaba gimiendo encolerizado con los ojos totalmente abiertos y dorados.
-DESPIERTAA-
Le
dio un fuerte golpe en el pecho con el puño cerrado y de inmediato él se puso
de pie lanzándola hasta golpear contra la puerta de la habitación rompiendo el
espejo que colgaba tras ella.
-¿Qué…?-
murmuró él viendo a todos lados, aun temblaba, su corazón no podía detener su
ritmo enloquecido
-¿Qué
te sucedió?... ¿Kire?- Ella lo vio y la mirada que él le devolvía la lleno de
terror, estaba tan enfurecido que al parecer no la reconocía. Se puso de pie y
se le acercó
–Kire…
mírame, soy yo… ¿vez?... Anrys, soy yo-
-¿An…?-
-si,
mírame, soy yo-
Le
sujetó las manos y las puso en su rostro, él de pronto recobró la calma
-¡
¿Estás bien?!- le preguntó abrazándola fuertemente.
-AY
¡Lo estaba…Kire… Suel… Suéltame… Me ahogo!- lo empujó fuertemente
-era
una pesadilla, creo…- dijo rápidamente al notar la preocupación en ella.
-nunca
vi que tuvieras una tan fuerte ¿será que tienes hambre?-
-si…
Eso debe ser… y eso que te pedí que me dieras de comer… pero creo que iré a buscar algo afuera… ¿de acuerdo?-
-no,
iré yo… aun no te aseas… y te vez muy pálido…- se metió al cuarto de la ropa y
sacó un abrigo blanco –vuelvo enseguida, espero que estés presentable para la
cena-
-si,
claro… cuídate ¿sí?... no tardes-
Nunca
creyó estar tan aterrado, ¿Por qué volvía a soñar con Orchza?, era todo culpa
de haber hablado con su padre, si, era eso.
“-no
sabes las desgracias que traerá si la dejas vivir más-”
Las
palabras rotundas de aquel imponente demonio, que lo habían hecho perder el control.
Salió del cuarto para entrar al baño. Se vio en el espejo: la mancha de sangre
seca se pegaba a su mejilla y su cuello, el corte en su brazo, aunque ya no
sangraba, aun no cerraba del todo, se pasó una mano por el cabello plateado.
“-¡¿Que
me importa eso?! ¡No voy a perderla! ¡No de nuevo!-
El
puño fuerte de su padre se alzo hacia él y salió despedido hasta chocar contra
la pared de mármol frío, escupió sangre, pero su furia solo estaba empezando.
Se puso de pie.
-¡no
me interesan tus guerras o tu deseo de control, solo quiero…!- espetó mientras
su verdadero ser fluía hacia la superficie de su piel.
-¿Qué
quieres? ¿Vivir en tu escondite por toda la eternidad?, despierta niño idiota,
¡Eres un demonio! ¡Hijo del demonio más fuerte! ¡Tú deber es la guerra contra
nuestros opuestos! ¡Tú deber es destruirlos! ¡Tú naciste para ser mi sucesor y
erradicar a los bien nacidos protectores de la humanidad!-”
Golpeó
el lavabo; no importaba lo que su padre o quien fuera dijera, jamás entraría en
batalla con los ángeles, había comprendido que no había necesidad de luchar con
ellos, cada especie podía vivir sin lastimar a la otra, lo tenía bien
comprobado.
“-¿vivir
en paz con ellos?- dijo su padre con voz de trueno después de escucharlo, lo
tomó por el cuello y lo volvió a lanzar ahora para hacerlo chocar contra uno de
los pilares -¡¿y crees que esos benditos ángeles se apiadaran de ti al
escucharte decir eso?! ¡Ellos empezaron esta guerra! ¡Desde que la existencia
de los humanos evolucionó al entendimiento de las cosas y decidieron que les
pertenecían!-”
Se
quitó la camisa y abrió la ducha, tenía que dejar de recordar todo eso, de nada
le servía revivir los insultos y las palabrerías de ese viejo inútil, en
realidad no estaba de parte de los demonios ni de los ángeles, demasiado tiempo
había pasado en total tranquilidad para ahora tener que empezar con los
conflictos morales de nuevo. No le interesaba nada de esa estúpida guerra, no
le importaba quien tenía la razón y quien no, a él solo le preocupaba seguir
vivo y que Anrys estuviera con él, eso era todo. Por el único motivo que había
tenido que presentarse ante su padre era para demostrarle que no tenía miedo de
enfrentársele si intentaba matarlo.
Apreciaba
mucho su vida, eso era lo que importaba, vivir, que los demás se destazaran a
placer, lo que nunca permitirá era que se interpusieran entre él y su paz,
entre él y Anrys.
Se
quitó los pantalones y entró a la ducha, el agua tibia se sentía tan bien
cuando entraba a las heridas.