I
La pierna derecha le dolía horrores, su brazo derecho estaba entumecido y le faltaba el aire, si pasaba más tiempo ahí moriría…quizá.
-¡sal! ¡Mal nacida engendro! Voy a destriparte ahora
mismo ¡aberración del demonio!-
Amelia Intentó no soltar una carcajada; que le gritara
eso era demasiado. Después de haberlo visto descerebrar a su propia esposa ¿Quién
era la aberración?
-voy a encontrarte Amelia, ¡voy a encontrarte!-
“sigue intentando” pensó ella mientras nadaba
lentamente.
Había cometido el fatal error de dudar antes de
entender que su única familia no tenía nada que ver con ella; que nunca había
pertenecido a nada ni a nadie.
Vio al hombre que aun consideraba su hermano mientras éste
clavaba el punzante cuchillo en cada arbusto y escondrijo que tenía cerca;
habían estado peleando en la colina que desembocaba en el lago donde ahora ella
se zambullía.
La luz de la casona al lado derecho de donde él estaba
era lo único que le brindaba algo de visibilidad, como humano no podía alcanzar
a ver más allá del linde de la laguna. Amelia ya estaba por llegar a la otra
orilla
-¡Amelia!- escuchó el desgarrador clamor en la noche
templada -¡AMELIA!-
Logró subir la resbalosa rivera aunque su cuerpo
estuviera tan maltrecho. Detestaba cuando era herida, tardaría dos o tres días
en estar en condiciones óptimas para seguir. Avanzó arrastrando la pierna rota
por la carretera polvorienta esperando no encontrarse a ningún ser vivo… o
muerto.
-llego a saludar y esto es lo que recibo-
Dijo para nadie; le gustaba poder hablar en voz alta,
bueno no tan alta puesto que muy segura no estaba; pero se permitía dejar salir
su voz áspera y fría cuando necesitaba liberar algo de tensión y en los pasados
seis meses lo había hecho bastante, le sorprendía que no la hubieran encontrado
por este detalle
-sería bueno si me encontrara con esos imbéciles y de una maldita
vez…- Vio la bifurcación a
unos 50 metros .
-…me matan y se acabó toda esta farsa-
Tocó su estomago al sentir el intenso revoltijo de sus
tripas, recordándole que el último alimento ingerido pasó hace cinco días; su
bastardo hermano le había arrebatado el suculento asado que su ahora
descerebrada cuñada había preparado como bienvenida esa noche; tal vez si no
hubiera tenido el tonto interés en
verlos la dulce y cordial mujer no estaría muerta, ella no estaría en ese
camino de mierda muriéndose de dolor y hambre y su mal nacido hermano seguiría
viviendo su vida de antiguo noble consentido sin conocer que su disque
hermanita era nada menos y nada más que un condenado engendro traído al mundo
con la única misión de matar a los desgraciados híbridos; aunque ella misma no
se consideraba un híbrido el obstinado que le había roto la pierna si que lo
creía así.
No podía más que encoger su hombro sano y continuar
caminando, faltaban un par de horas para el amanecer, necesitaba ocultarse y
luego buscar como curarse;
Era primordial que siguiera avanzando;
Aunque un leve susurro le repetía constantemente que tenía
que volver, que debía regresar al único lugar que conocía; Claro, no importaba
que fuera una guarida de farsantes y codiciosos pero era lo único que conocía.
Y eso era precisamente lo que le había impulsado a
salir de ahí. No tenía mas vida que despertar cada mañana en aquel cuarto
elegante lleno de las comodidades que solo un puñado de gente tenía; esperar a
que le prepararan el desayuno y que su segundo al mando le informara de las
actividades rutinarias del día, no había otra cosa en su mundo que atender los entrenamientos de los hombres y
pocas mujeres que se agregaban en las líneas de aquella charada de ejercito,
supervisar que sus tenientes cumplieran bien el entrenamiento mientras ella
permanecía sumida en aquella nube de irrealidad que le era tan cómoda. Si,
vivir de esa forma era fácil… hasta que él llegaba…
Un escalofrío le pasó por la espalda, las botas hasta
las rodillas aun mantenían la posa de agua que habían tragado en el lago, no
podía quitárselas gracias a que su maldita rodilla estaba tan torcida e
inflamada que tendría que parar un momento, cosa que no podía hacer. Los pantaloncillos negros
también húmedos hasta el tuétano y la camisa en igual condición;
Todo por culpa de su idiota no- hermano.
Aunque de
alguna forma le agradecía el hecho de estar empapada en mitad de la nada pero
totalmente libre de la nube fantástica que le había consumido la vida por
tantos años… aun no comprendía ¿como fue que despertó de ese trance?
Recordaba que poco a poco su mente comenzó a despejarse,
no notó la diferencia hasta aquella noche hacia unos meses cuando comenzó a
cuestionar la razón por la que nunca hablaba con nadie aparte de sus tenientes
o el líder del ejército…
Otro escalofrío le atravesó ahora el pecho y se
depositó en su estomago…
las personas
que la atendían como si de una reina del mundo anterior al desastre global se
tratara nunca le dirigían la palabra, jamás tuvo el interés antes pero poco a
poco lo que le resultaba trivial y sin importancia cobró súbita atención,
comenzó a preguntarse tantas cosas y se asustó de enterarse que no se había
sentido así desde nunca, era una marioneta encerrada en una caja preciosa que
solo salía para entrenar a mas marionetas y después… se detuvo al ver que el
camino se llenaba de altos matorrales, suspiró y contuvo el castañeo de sus
dientes. Por el momento era prudente permanecer en algún punto de poca
visibilidad así que sin pensarlo mas comenzó a internarse en el mar
verde-negruzco.

Como siempre estaba tendido en un pastizal entre la crecida
maleza, libre, solo y sin nadie que le seguirá el rastro. El cielo cundido de
estrellas y el viento casi glacial era lo único que deseaba tener; ya se había
cansado de anhelar o soñar con algo ¿de qué le había servido tener ideales
cuando todo el mundo no lo veía? Era cómico; pensó mientras arrancaba un poco
de hierba; era muy gracioso no existir para nadie pero saber que se sigue
viviendo, era la burla más grande que se había creado y él sabía perfectamente
lo que significaba, nunca tuvo padres, no a menos que contara con que los
soldados que lo mantenían encerrado se consideraban familiares.
No. Nunca había tenido familia, solo barrotes y
exámenes atroces y otros condenadamente
estúpidos, era increíble que lo consideraban tan retrasado como para ponerlo a
diferenciar entre que era real: una fotografía de una manzana o la manzana en
la mesa de pruebas.
Ya no volvería a ser inyectado ni manoseado por nadie,
era libre y su pasión por esa libertad era todo, tenía casi seis meses de estar
en total calma y haber encontrado el lugar perfecto para vivir, si es que a su
existencia se le podía adjudicar el verbo… de inmediato sintió un fuerte cambio
en su entorno, una oleada de olores se concentró en el aire circundante y lo
puso alerta: podía distinguir el aroma a sangre y tejido expuesto, podía
identificar las feromonas femeninas que despedía la criatura que se acercaba.
Bueno, una mujer no sería nada malo en ese momento, sería
sencillo atraparla si estaba herida y pasar un rato agradable entre sus piernas;
Se movió lentamente, tanto que ni el más
experimentado cazador se hubiera dado cuenta de que algo se movía ni aunque
estuviera a su lado, era uno de los beneficios de ser invisible; sigiloso como
nadie, rápido y letal, para eso fue hecho. Retrocedió un poco tratando de
localizar un punto neutro para lograr que su presa estuviera en el lugar exacto
y capturarla; el aire mantenía su constante ritmo meciendo la maleza crecida y
permitiéndole a ratos distinguir a la mujer que caminaba cojeando hacia él;
notó que Estaba mojada, otro movimiento del favorable viento le dejo ver que el cabello empapado parecía algas sobre
su cabeza y se adhería a sus brazos delgados pero firmes y de inmediato la
maleza la oculto por un segundo para luego ver la camiseta gris de manga corta
que parecía ser parte de su cuerpo
mientras el pantalón se marcaba en su entrepierna; tendría que destrozar esos
pantalones para poder apreciar bien de cerca…
-¿te parezco graciosa?-
Él se quedó acuclillado donde estaba, mientras la voz
fría de aquella mujer le llegaba severa y amenazante ¿hablaba con él?
Imposible, no había forma de que lo viera, nadie lo veía, nunca nadie lo había
visto desde que escapó de las jaulas.
-si pretendes esconderte y atacarme lo estas haciendo
muy mal-
Amelia vio que el sujeto notaba su brazo derecho y su
pierna lastimada, estaba segura que él había anticipado que ella no lo vería y
que sería una presa fácil.
-... solo necesito un par de direcciones y me…-
-¿Cómo es posible?-
Amelia guardó silencio ante la voz grave y llena de
furia del hombre que se levantaba lentamente; Porque era un hombre, ya no tenía
duda, por un momento cuando sintió su presencia tan cerca creyó que era un
animal; y sus tripas comenzaron a danzar; pues no tenía la presencia de híbrido,
aquella irracional belicosidad que los caracterizaba no emanaba de él, pero por
el hecho de estar tan mimetizado con el entorno lo sacaba de la categoría de
humano también.
Pero a pesar de su análisis ahora veía al sujeto de
apariencia humana totalmente desnudo ante ella mirándola con unos ojos grises
nevados por un grupo de pestañas levemente más oscuras como estalactitas
curveadas, parecía un enfurecido ángel. pensar que alguna vez había leído que
existían seres con alas como las de los pájaros que eran justos y poderosos
aparte de bellos le provocó mostrar una sonrisa cansada al ver a este hombre
con un rostro de líneas tan regias, esos
ojos de ensueño y labios crispados ahora por la ira; intentó no bajar la mirada
al resto de él, no por pudor; nunca había tenido algo parecido a eso; si no
porque sería un error fatal ante tal amenaza, aunque le pareciera una visión de
un idilio infantil; Bueno, no tan infantil.
El tipo a solo cinco pasos de ella era amenazante. No
iba a bajar la guardia.
-¿Cómo puedes verme?-
-pues con los ojos- dijo ella mientras arrastraba su
pierna inútil un poco adelante para que en cualquier acto de agresión tuviera
el soporte de su lado activo y pudiera defenderse
-¿eres un híbrido?- preguntó el hombre mientras pasaba
su mirada lacerante por toda ella. Era delgada, con las curvas donde debían
estar; el rostro de líneas delicadas pero mostrando ciertos cortes y cicatrices
antiguas; de piel brillante por los aun leves chorros de agua que se escurrían
por los pómulos suavemente alzados dándole una forma cándida, casi angelical. Pero
la mirada de advertencia de los ojos que increíblemente eran de un tono casi
purpúreo lo obligaba a repetirse que podría ser todo menos un ángel bondadoso.
No podía creer que aquella curiosa mujer estuviera viéndolo, no le importaba si
la mirada que le daba era de agresividad, el caso era que lo veía, lo estaba
observando ahí en ese instante bajo la luz de las estrellas que comenzaban a
esconderse ante el despertar del sol. Ella lo veía, lo veía cuando él ya se había
cansado de buscar por alguien que lo hiciera.
-si lo preguntas es porque tú tampoco lo eres, pero
tampoco eres humano ¿un demonio tal vez?-
-soy Kravel-
-Kravel- dijo ella con escepticismo mientras él
aparentemente relajaba un poco la postura
-¿y que se supone que eres kravel?-
-soy yo, eso basta-
-bien-
Amelia retrocedió un paso hasta quedar en igual
postura con él, aunque el tal Kravel le llevaba tres palmos de altura no
tendría problemas en eliminarlo si intentaba hacerle algo
-supongo que estabas esperando para atacarme y creíste
que no te vería ¿cierto?-
-nadie puede verme-
-pues tendrás que replantearte quien es nadie, yo te
veo-
Y esta vez se permitió deslizar la mirada en el
esculpido cuerpo ante ella, firmes pectorales con abdomen perfectamente marcado;
caderas angostas que soportaban un potente falo de casi una cuarta; apenas un
poco de vello idéntico al cabello níveo cubría el nacimiento de aquel increíble
paquete, situado entre las dos piernas de músculos macizos. El sol despuntó en
el horizonte tras la cordillera más allá del rio que atravesaba de norte a sur
aquellas tierras, Amelia alzó nuevamente la mirada a los ojos glaciales que la
veían ahora con notorio asombro
-¿por eso andas desnudo? ¿Por qué nadie te ve?-
Kravel no respondió, así que Amelia tomo el silencio
como un sí.
-olvídalo, no era mi intención imponerte mi presencia,
solo necesito direcciones-
-no soy de aquí-
-se me paso por la cabeza…- dijo ella sintiendo que
sus mejillas estaban levemente cálidas
-olvídalo, solo regresaré por donde vine y puedes
seguir con lo que hacías-
Kravel vio como ella daba dos pasos hacia atrás
todavía manteniendo el contacto visual y con suma rapidez y elegancia; a pesar
de su notoria herida; se dio media vuelta y comenzó a caminar entre el alto
pastizal.
Y él ahí, parado y completamente atónito, no sabía que
le había dicho, no entendía porque se estaba marchando; ella que era la primera
persona que lo veía; ella que al verlo se digno en hablarle; ella que había
adoptado un precioso rubor en las mejillas al ver su cuerpo entero…ella…
No sabía su nombre, no sabía quién era ni porque podía
verlo… quería saber, quería conocerla, quería que se quedara.
0 comentarios:
Publicar un comentario