"Behind" Cap. I

miércoles, 18 de diciembre de 2013




I

La pierna derecha le dolía horrores, su brazo derecho estaba entumecido y le faltaba el aire, si pasaba más tiempo ahí moriría…quizá.
-¡sal! ¡Mal nacida engendro! Voy a destriparte ahora mismo ¡aberración del demonio!-
Amelia Intentó no soltar una carcajada; que le gritara eso era demasiado. Después de haberlo visto descerebrar a su propia esposa ¿Quién era la aberración?
-voy a encontrarte Amelia, ¡voy a encontrarte!-
“sigue intentando” pensó ella mientras nadaba lentamente.
Había cometido el fatal error de dudar antes de entender que su única familia no tenía nada que ver con ella; que nunca había pertenecido a nada ni a nadie.
Vio al hombre que aun consideraba su hermano mientras éste clavaba el punzante cuchillo en cada arbusto y escondrijo que tenía cerca; habían estado peleando en la colina que desembocaba en el lago donde ahora ella se zambullía.
La luz de la casona al lado derecho de donde él estaba era lo único que le brindaba algo de visibilidad, como humano no podía alcanzar a ver más allá del linde de la laguna. Amelia ya estaba por llegar a la otra orilla
-¡Amelia!- escuchó el desgarrador clamor en la noche templada -¡AMELIA!-

Logró subir la resbalosa rivera aunque su cuerpo estuviera tan maltrecho. Detestaba cuando era herida, tardaría dos o tres días en estar en condiciones óptimas para seguir. Avanzó arrastrando la pierna rota por la carretera polvorienta esperando no encontrarse a ningún ser vivo… o muerto.
-llego a saludar y esto es lo que recibo-
Dijo para nadie; le gustaba poder hablar en voz alta, bueno no tan alta puesto que muy segura no estaba; pero se permitía dejar salir su voz áspera y fría cuando necesitaba liberar algo de tensión y en los pasados seis meses lo había hecho bastante, le sorprendía que no la hubieran encontrado por este detalle
-sería bueno si me encontrara con esos imbéciles y de una maldita vez…-            Vio la bifurcación a unos 50 metros.                                                                                  -…me matan y se acabó toda esta farsa-
Tocó su estomago al sentir el intenso revoltijo de sus tripas, recordándole que el último alimento ingerido pasó hace cinco días; su bastardo hermano le había arrebatado el suculento asado que su ahora descerebrada cuñada había preparado como bienvenida esa noche; tal vez si no hubiera tenido el tonto interés  en verlos la dulce y cordial mujer no estaría muerta, ella no estaría en ese camino de mierda muriéndose de dolor y hambre y su mal nacido hermano seguiría viviendo su vida de antiguo noble consentido sin conocer que su disque hermanita era nada menos y nada más que un condenado engendro traído al mundo con la única misión de matar a los desgraciados híbridos; aunque ella misma no se consideraba un híbrido el obstinado que le había roto la pierna si que lo creía así.
No podía más que encoger su hombro sano y continuar caminando, faltaban un par de horas para el amanecer, necesitaba ocultarse y luego buscar como curarse;
Era primordial que siguiera avanzando;
Aunque un leve susurro le repetía constantemente que tenía que volver, que debía regresar al único lugar que conocía; Claro, no importaba que fuera una guarida de farsantes y codiciosos pero era lo único que conocía.
Y eso era precisamente lo que le había impulsado a salir de ahí. No tenía mas vida que despertar cada mañana en aquel cuarto elegante lleno de las comodidades que solo un puñado de gente tenía; esperar a que le prepararan el desayuno y que su segundo al mando le informara de las actividades rutinarias del día, no había otra cosa en su mundo que  atender los entrenamientos de los hombres y pocas mujeres que se agregaban en las líneas de aquella charada de ejercito, supervisar que sus tenientes cumplieran bien el entrenamiento mientras ella permanecía sumida en aquella nube de irrealidad que le era tan cómoda. Si, vivir de esa forma era fácil… hasta que él llegaba…
Un escalofrío le pasó por la espalda, las botas hasta las rodillas aun mantenían la posa de agua que habían tragado en el lago, no podía quitárselas gracias a que su maldita rodilla estaba tan torcida e inflamada que tendría que parar un momento, cosa que no  podía hacer. Los pantaloncillos negros también húmedos hasta el tuétano y la camisa en igual condición;
Todo por culpa de su idiota no- hermano.
 Aunque de alguna forma le agradecía el hecho de estar empapada en mitad de la nada pero totalmente libre de la nube fantástica que le había consumido la vida por tantos años… aun no comprendía ¿como fue que despertó de ese trance?
Recordaba que poco a poco su mente comenzó a despejarse, no notó la diferencia hasta aquella noche hacia unos meses cuando comenzó a cuestionar la razón por la que nunca hablaba con nadie aparte de sus tenientes o el líder del ejército…
Otro escalofrío le atravesó ahora el pecho y se depositó en su estomago…
 las personas que la atendían como si de una reina del mundo anterior al desastre global se tratara nunca le dirigían la palabra, jamás tuvo el interés antes pero poco a poco lo que le resultaba trivial y sin importancia cobró súbita atención, comenzó a preguntarse tantas cosas y se asustó de enterarse que no se había sentido así desde nunca, era una marioneta encerrada en una caja preciosa que solo salía para entrenar a mas marionetas y después… se detuvo al ver que el camino se llenaba de altos matorrales, suspiró y contuvo el castañeo de sus dientes. Por el momento era prudente permanecer en algún punto de poca visibilidad así que sin pensarlo mas comenzó a internarse en el mar verde-negruzco.

 

Como siempre estaba tendido en un pastizal entre la crecida maleza, libre, solo y sin nadie que le seguirá el rastro. El cielo cundido de estrellas y el viento casi glacial era lo único que deseaba tener; ya se había cansado de anhelar o soñar con algo ¿de qué le había servido tener ideales cuando todo el mundo no lo veía? Era cómico; pensó mientras arrancaba un poco de hierba; era muy gracioso no existir para nadie pero saber que se sigue viviendo, era la burla más grande que se había creado y él sabía perfectamente lo que significaba, nunca tuvo padres, no a menos que contara con que los soldados que lo mantenían encerrado se consideraban familiares.
No. Nunca había tenido familia, solo barrotes y exámenes  atroces y otros condenadamente estúpidos, era increíble que lo consideraban tan retrasado como para ponerlo a diferenciar entre que era real: una fotografía de una manzana o la manzana en la mesa de pruebas.
Ya no volvería a ser inyectado ni manoseado por nadie, era libre y su pasión por esa libertad era todo, tenía casi seis meses de estar en total calma y haber encontrado el lugar perfecto para vivir, si es que a su existencia se le podía adjudicar el verbo… de inmediato sintió un fuerte cambio en su entorno, una oleada de olores se concentró en el aire circundante y lo puso alerta: podía distinguir el aroma a sangre y tejido expuesto, podía identificar las feromonas femeninas que despedía la criatura que se acercaba.
Bueno, una mujer no sería nada malo en ese momento, sería sencillo atraparla si estaba herida y pasar un rato agradable entre sus piernas;  Se movió lentamente, tanto que ni el más experimentado cazador se hubiera dado cuenta de que algo se movía ni aunque estuviera a su lado, era uno de los beneficios de ser invisible; sigiloso como nadie, rápido y letal, para eso fue hecho. Retrocedió un poco tratando de localizar un punto neutro para lograr que su presa estuviera en el lugar exacto y capturarla; el aire mantenía su constante ritmo meciendo la maleza crecida y permitiéndole a ratos distinguir a la mujer que caminaba cojeando hacia él; notó que Estaba mojada, otro movimiento del favorable viento le dejo ver  que el cabello empapado parecía algas sobre su cabeza y se adhería a sus brazos delgados pero firmes y de inmediato la maleza la oculto por un segundo para luego ver la camiseta gris de manga corta que  parecía ser parte de su cuerpo mientras el pantalón se marcaba en su entrepierna; tendría que destrozar esos pantalones para poder apreciar bien de cerca…
-¿te parezco graciosa?-
Él se quedó acuclillado donde estaba, mientras la voz fría de aquella mujer le llegaba severa y amenazante ¿hablaba con él? Imposible, no había forma de que lo viera, nadie lo veía, nunca nadie lo había visto desde que escapó de las jaulas.
-si pretendes esconderte y atacarme lo estas haciendo muy mal-
Amelia vio que el sujeto notaba su brazo derecho y su pierna lastimada, estaba segura que él había anticipado que ella no lo vería y que sería una presa fácil.
-... solo necesito un par de direcciones y me…-
-¿Cómo es posible?-
Amelia guardó silencio ante la voz grave y llena de furia del hombre que se levantaba lentamente; Porque era un hombre, ya no tenía duda, por un momento cuando sintió su presencia tan cerca creyó que era un animal; y sus tripas comenzaron a danzar; pues no tenía la presencia de híbrido, aquella irracional belicosidad que los caracterizaba no emanaba de él, pero por el hecho de estar tan mimetizado con el entorno lo sacaba de la categoría de humano también.
Pero a pesar de su análisis ahora veía al sujeto de apariencia humana totalmente desnudo ante ella mirándola con unos ojos grises nevados por un grupo de pestañas levemente más oscuras como estalactitas curveadas, parecía un enfurecido ángel. pensar que alguna vez había leído que existían seres con alas como las de los pájaros que eran justos y poderosos aparte de bellos le provocó mostrar una sonrisa cansada al ver a este hombre con un rostro de líneas  tan regias, esos ojos de ensueño y labios crispados ahora por la ira; intentó no bajar la mirada al resto de él, no por pudor; nunca había tenido algo parecido a eso; si no porque sería un error fatal ante tal amenaza, aunque le pareciera una visión de un idilio infantil; Bueno, no tan infantil.
El tipo a solo cinco pasos de ella era amenazante. No iba a bajar la guardia.
-¿Cómo puedes verme?-
-pues con los ojos- dijo ella mientras arrastraba su pierna inútil un poco adelante para que en cualquier acto de agresión tuviera el soporte de su lado activo y pudiera defenderse
-¿eres un híbrido?- preguntó el hombre mientras pasaba su mirada lacerante por toda ella. Era delgada, con las curvas donde debían estar; el rostro de líneas delicadas pero mostrando ciertos cortes y cicatrices antiguas; de piel brillante por los aun leves chorros de agua que se escurrían por los pómulos suavemente alzados dándole una forma cándida, casi angelical. Pero la mirada de advertencia de los ojos que increíblemente eran de un tono casi purpúreo lo obligaba a repetirse que podría ser todo menos un ángel bondadoso. No podía creer que aquella curiosa mujer estuviera viéndolo, no le importaba si la mirada que le daba era de agresividad, el caso era que lo veía, lo estaba observando ahí en ese instante bajo la luz de las estrellas que comenzaban a esconderse ante el despertar del sol. Ella lo veía, lo veía cuando él ya se había cansado de buscar por alguien que lo hiciera.
-si lo preguntas es porque tú tampoco lo eres, pero tampoco eres humano ¿un demonio tal vez?-
-soy Kravel-
-Kravel- dijo ella con escepticismo mientras él aparentemente relajaba un poco la postura
-¿y que se supone que eres kravel?-
-soy yo, eso basta-
-bien-
Amelia retrocedió un paso hasta quedar en igual postura con él, aunque el tal Kravel le llevaba tres palmos de altura no tendría problemas en eliminarlo si intentaba hacerle algo
-supongo que estabas esperando para atacarme y creíste que no te vería ¿cierto?-
-nadie puede verme-
-pues tendrás que replantearte quien es nadie, yo te veo-
Y esta vez se permitió deslizar la mirada en el esculpido cuerpo ante ella, firmes pectorales con abdomen perfectamente marcado; caderas angostas que soportaban un potente falo de casi una cuarta; apenas un poco de vello idéntico al cabello níveo cubría el nacimiento de aquel increíble paquete, situado entre las dos piernas de músculos macizos. El sol despuntó en el horizonte tras la cordillera más allá del rio que atravesaba de norte a sur aquellas tierras, Amelia alzó nuevamente la mirada a los ojos glaciales que la veían ahora con notorio asombro
-¿por eso andas desnudo? ¿Por qué nadie te ve?-
Kravel no respondió, así que Amelia tomo el silencio como un sí.
-olvídalo, no era mi intención imponerte mi presencia, solo necesito direcciones-
-no soy de aquí-
-se me paso por la cabeza…- dijo ella sintiendo que sus mejillas estaban levemente cálidas
-olvídalo, solo regresaré por donde vine y puedes seguir con lo que hacías-
Kravel vio como ella daba dos pasos hacia atrás todavía manteniendo el contacto visual y con suma rapidez y elegancia; a pesar de su notoria herida; se dio media vuelta y comenzó a caminar entre el alto pastizal.
Y él ahí, parado y completamente atónito, no sabía que le había dicho, no entendía porque se estaba marchando; ella que era la primera persona que lo veía; ella que al verlo se digno en hablarle; ella que había adoptado un precioso rubor en las mejillas al ver su cuerpo entero…ella…


No sabía su nombre, no sabía quién era ni porque podía verlo… quería saber, quería conocerla, quería que se quedara.

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