El sueño del demonio Capítulo 1: La visita

domingo, 15 de diciembre de 2013


La visita

-¿estás seguro que es por aquí?-
-si no lo estuviera tu serías la que condujera ¿cierto?
-aja, como si me dejas… oye- dijo ella viendo la parte trasera del auto por el retrovisor -¿Por qué tenías que traerlos? Sería más sencillo matarlos ¿no?-
El sujeto al volante comenzó a reír a carcajadas, mientras su acompañante lo veía con el seño fruncido y los pasajeros del asiento trasero temblaban como niñas asustadas.
-¿Qué gracia sería ir a visitar a la familia sin un regalo? Apuesto que a Júlian le encantará jugar con ellos-
-tú siempre has malcriado a ese niño, nunca aprenderá a cazar por el solo si vives llevándole todo lo que se le antoja-
-ya, ya, aun no tiene la edad para salir del recinto, déjalo que disfrute lo que nosotros no pudimos-
-quiere decir que te estás desquitando con ese mocoso lo que TÚ no hiciste cuando eras un niño-
-¿y que tiene?  Aun no tenemos la oportunidad de tener los nuestros… deja de fastidiar-
Anrys inclinó el rostro para ver sus manos sobre sus muslos; Kire tenía razón, ya tenían más de tanto tiempo juntos y no habían podido concebir,  por momentos pensaba que todo era culpa suya, que el hecho de haber salido de su mundo sin la autorización del   padre de Kire la había condenado.
-deja de pensar  tanta estupidez…- dijo él, haciendo que sus ojos color azul cambiaran repentinamente a un rojo sangre –no hay nada de malo en ti, ni en mi… solo que aun no es tiempo-
Quitó su mano de la palanca de cambios y le sujetó las manos a su compañera.
-si vuelves a pensar cosas así te juro que te regreso a donde te encontré-
-aja- respondió ella
Kire no quería verla sufrir más de lo que en los últimos meses habían pasado; el estigma de ser de la casa Kalwa lo había alcanzado; y pensar que le parecía imposible que la venganza de las otras casas de demonios lo hubiera estado buscando.
Aceleró a fondo al tomar la intersección de la salida hacia cuidad Urle, quería llegar lo más rápido posible para aclarar de una buena vez porque incluso su familia los quería muertos.

No tenían forma de escapar; los dos hombres que no pasaban de los treinta y que eran dueños del auto en el cual estaban siendo raptados ya no tenían ideas de cómo zafarse de esa pareja de locos, que a todas luces se proclamaban demonios. Preferirían estar muertos ya que permanecer con esos dementes que hablaban de matar y cazar gente como si fuera una salida al parque o ir de compras al supermercado, pero no tenían oportunidad, cinco minutos antes habían hecho el único y último intento de escape; con gestos se habían puesto de acuerdo en someter a la mujer que se veía frágil y muy fatigada, así que en un impulso violento el hombre que estaba en el asiento tras ella le tomo por el cuello con ambas manos ejerciendo gran presión, estaba seguro que esa llave la dejaría indefensa, no por nada había estado casi toda su vida entrenando, mientras que su compañero amenazaba al conductor para que se detuviera y los dejara bajar o si no su amigo mataría su mujercita con solo apretar  un poco más el delgado.
-¡¿oyes eso “mi mujercita”?!- dijo el conductor, y con un estruendo como el de un trueno, las manos del hombre se separaron de ella sin que esta moviera un centímetro de su cuerpo, dejando al sujeto aplastado contra el cuero oscuro del asiento haciendo gestos de dolor pero incapaz de gritar, sus manos se retorcían de manera imposible para el cuerpo humano, a punto de quebrarse en mil pedazos, hasta que Kire dijo
-es suficiente Anrys- y de inmediato el hombre pudo respirar nuevamente y sus manos dejaron de moverse.
-odio que estas cosas se atrevan a tocarme- dijo ella sacando una caja de toallas húmedas de la guantera para sacar varios trozos y limpiarse el cuello delgado y blanco.
-¿tienes hambre?- preguntó Kire viendo de reojo a Anrys que se mordía levemente el nudillo del dedo índice
-no como desde que… pero no comeré eso-
-que niña más quisquillosa, en momentos extremos, medidas extremas mi amor, no hay tiempo para que paremos y puedas ir de caza-
-ya lo dije, no comeré eso, ya tiene más de siete días, deberías arrojarlo por la ventana-
Kire saco una bolsa de plástico de su chaqueta azul marino y vio el corazón ennegrecido.
-aun es comestible- dijo como un niño que ve un rico pastel
-que asqueroso Kire, bota eso-
El rehén que venía sentado tras él no contuvo su estómago y comenzó a vomitar por la ventanilla haciendo de el vomito volara como ráfaga tras el auto
-¿ves? Incluso estos saben que eso esta malo, tirado por favor-
-bien, bien, pero no hay nada más-
-detente ahí adelante y comamos algo-
-¿Qué? ¿Papas fritas? No sé cómo puedes comer tal porquería-
-no me molestes, quiero comer algo y eso es lo único aceptable por aquí-
-ni lo sueñes, no voy a dejar que algo tan asqueroso entre en tu cuerpo-
Y de inmediato se apretó la vena del cuello haciendo que de ella brotara la sangre rojo oscuro
-que caballeroso- dijo ella mientras sus ojos se iluminaban
-todo sea para “mi mujercita”- respondió él sonriendo ampliamente, Anrys se puso de rodillas en el asiento y se aferró al brazo de él para apretar su boca sobre la sangre tibia.
-esto es una locura… una locura- susurraba el pasajero mientras sujetaba a su compañero que continuaba en la ventanilla vomitando.
Anrys lamía y absorbía la sangre tibia y espesa, el sabor que curiosamente siempre le había parecido algo cenizo y dulzón con pequeños rastros acerados se arremolinaba en su garganta y le infundía una clara sensación de euforia. Era en esos momentos en los que se sentía mas unida a Kire, pero al mismo tiempo eran esos instantes de contacto los que la aislaban en su mente. Cuando ella tomaba la sangre del fiero y difícil demonio sus mentes se distanciaban y les era imposible escuchar los pensamientos inmediatos de cada uno.
-si sigues me dará sueño- dijo Kire suavemente
-lo siento- susurró ella aun con la boca sobre su cuello –Kire…regresemos, no hay porque ver a la familia… no quiero verlos-
Kire soltó un leve gruñido, ya habían discutido el asunto en casa y creía haber dejado clara su situación; no podían seguir aislados, no importaba cuanto tiempo había pasado desde que no formaban parte del mundo de los demonios, incluso después de todo ese tiempo la maldición estaba siempre sobre él.
-ya me canse de estar como el hijo perdido, si me quieren enfrentar pues mejor atacar primero-

Las luces de la cuidad se estaban encendiendo ya, cuando el automóvil turismo se estacionaba frente a un lujoso hotel, los árboles de la entrada se mecían con la brisa tibia traída desde lejos que recorría el lugar y sutilmente se dejaba entrar al vestíbulo decorado suntuosamente con detalles en oro. Kire salió lentamente y agachándose lo más que pudo junto a la ventana de los aterrados pasajeros les dijo
-los dejare aquí por un momento, más vale que esperen…- sonrió con malicia                             -… si, seguro que esperan- 
Se apartó de la ventana para ver a Anrys salir del auto, se veía tan delicada en aquel vestido azul claro, con el cabello castaño atado por un gancho en la parte baja de la cabeza haciendo que el cabello sobrante cayera como pétalos de alguna exótica flor, traía los ojos cansados pero el color gris en ellos no dejaba de parecerle hermoso.
-¿Qué tanto me vez?- dijo ella sonriéndole con un notorio rubor en las mejillas, bien sabía lo que él pensaba, los dos se escuchaban perfectamente a través del pensamiento inmediato.
-¿me esperas en el vestíbulo o me acompañas hasta el cuarto?-
-voy contigo- declaró ella comenzando a entrar.
Kire terminó de cerrar la  puerta y como si esta fuera del papel aluminio con que se envuelve la comida, apretó la cerradura haciendo imposible abrirla, ni por fuera y claro, ni por dentro; hizo lo mismo con la otra puerta y con una gran sonrisa entró al hotel.
-por favor llame al cuarto uno cero tres- dijo a la recepcionista que al escuchar la voz profunda se ruborizó de inmediato
-si… claro, un momento- balbuceó la mujer mientras tomaba el auricular
-odio que hagas eso- susurró Anrys viendo con notoria molestia a la mujer, Kire se apartó del mostrador, se acercó a su compañera celosa  y le susurró al oído
-no te pongas así, ninguna humana me interesa-
-pero ellas si se interesan en ti- objetó
-no es mi culpa que mi querido abuelo me haya heredado ese poder, es algo inevitable-
Anrys apretó levemente la quijada y movió su rostro lejos de él, que le sonreía dulcemente.
-señor, nadie contesta en la habitación- dijo la recepcionista
-¡ah! pensé que mis primos seguirían ahí, gracias de todas formas ¿podría darme la llave por favor?-
-¿la… llave?- preguntó la mujer con duda
-si mi llave, se la di a usted cuando salí a traer a mi hermana ¿no recuerda?-
Anrys se alejó y camino rápidamente hacia el elevador
-¿en serio? No recuerdo ¿me la dio a mi?-
-claro que a usted, no podría olvidarme de alguien así, pero claro alguien tan bonito no le presta atención a los que no somos agraciados, es lógico-
La  mujer se ruborizó más aun
-creo… ya lo recordé, tiene razón, permítame un momento- y de inmediato le dio una tarjeta  de plástico color blanco.
-disculpe la confusión señor, que tenga buena noche-
-muchas gracias señorita, buenas noches-
Caminó con calma hasta el sector de los elevadores y tomó la mano de Anrys
-tú y tus trucos- dijo ella soltándose lentamente
-sí, yo y mis trucos… lo que te molesta es que contigo nunca funcionaron-
-no querido, eso te pone a pensar ¿quién tiene más poder? ¿El embaucador o el que no puede ser embaucado?-
Él le sujetó de la cintura y le besó la mejilla
-a veces pienso que en verdad tú eres la embaucadora, y que me hechizaste de alguna manera para estar siempre contigo-
Ella sonrió
-estamos a mano entonces-
Las puertas del elevador frente a ellos se abrieron y aun sujetándola de la cintura entraron. Al llegar al piso cincuenta bajaron en un pasillo de alfombra florida; caminaron en silencio hasta llegar frente a la puerta que ostentaba el número que estaba inscrito en la tarjeta.
-sonríe querida, la familia nos espera-
Pasó la tarjeta en la ranura y la puerta se abrió lentamente.
Una señora de avanzada edad estaba sentada en la cama matrimonial viendo la televisión en el centro de entretenimiento, estaba vestida con un traje rojo y amarillo
-buenas noches madre Zera-
Dijo Kire al ver que la anciana los veía como si estuviera en algún tipo de trance
-tiempo sin verte hijo, ¿Dónde habías estado?- vio a Anrys y sonrió ampliamente; tal vez demasiado para el rostro de una anciana; estirando los labios hasta llegar a las orejas, provocando que miles de arrugas se formaran en el rostro
-con que ella es… un placer conocerte querida- se levantó lentamente y dio unos pasos hacia ellos
-pasen, pasen, enseguida los llevo a la entrada-
Kire caminó junto con Anrys hasta quedar cerca de la cama mientras la anciana apagaba el televisor y se metía al baño; una puerta al lado derecho de la entrada del cuarto.
-sabes, siempre me pregunté ¿Por qué la entrada a la casa principal tenían que ponerla en un hotel?- dijo él subiendo un poco la voz.
-la pregunta es al revés querido- dijo la anciana que ya no sonaba como una, sino como una mujer más joven -¿Por qué en la entrada a la casa principal tuvieron que poner un hotel?-
La mujer que ahora salía del baño les sonrió nuevamente pero esta vez sus labios rejuvenecidos se vieron dulces y tentadores, pintados de rojo fuerte igual al color del vestido ajustado sobre aquel cuerpo joven y esbelto.
-vengan-
Kire se acercó a ella con calma seguido de Anrys; la mujer, o mejor dicho el demonio con la apariencia de una exuberante mujer, los condujo por el pasillo hasta las escaleras externas de emergencia, subieron hasta la azotea y ahí entraron a una bodega, su  interior estaba totalmente oscuro.
Pero para los ojos de aquellos seres no significaba nada, podían ver lo que tenían que ver: Un sutil circulo lleno de símbolos que flotaba en mitad del lugar
-que tengan una buena fiesta-
-se me olvidaba- dijo él –en el estacionamiento dejé un regalo para Júlian ¿podrías dárselo?-
-me encantaría, pero él ya no está aquí… lo enviaron de nuevo en la última reunión, a la que no llegaste-
-bueno, entonces el regalo es tuyo, que te diviertas- la voluptuosa criatura sonrió levemente mientras Kire se daba media vuelta para ponerse junto a Anrys y decirle
-cuando entremos, por favor no hagas nada, veas lo que veas o te digan lo que sea, no hagas nada-
-en el estado que estoy no podría hacer mucho-
Un leve malestar inundó el pensamiento de Kire, ella acababa de pasar por un ataque de aquellos demonios gemelos, que por desgracia se contaban como su sangre, en un momento en el que Kire estaba demasiado lejos para auxiliarla pronto. Anrys Había logrado salir del local abarrotado de otros demonios que simplemente observaban la pelea desigual sin mediar palabra o ayuda para ella.
Estaba por enfrentarse a su padre por esa acción y en cierta medida aliviar su culpa por no estar ahí para ella, mientras él buscaba respuestas para los acosos de sus hermanos y de aquel demonio…
-es mejor así, vamos-
Entraron a un extenso jardín rodeado por un muro de caliza blanca que estaba atacada por unas gruesas enredaderas que brotaban entre el pasto verde y fresco que cubría todo el lugar. Árboles frondosos llenos de flores blancas y rosadas se erguían a la derecha de la entrada donde ellos acababan de aparecer; una fuente se escuchaba al fondo de aquel dulce lugar que parecía un sueño con el cielo totalmente azul claro.
-siempre me agradó este lugar…-dijo Kire mientras comenzaba a caminar sobre unas lozas de mármol que serpenteaban por el jardín para evitar que el pasto y las florecillas que nacían por todos lados fueran pisoteadas. Su madre había creado ese ambiente.
-Tenía la costumbre de subir a ese árbol- y señalo uno que estaba en la esquina opuesta
-para leer los libros prohibidos mientras mis cuidadores me buscaban por toda la casa…- sonrió con tristeza -eran los pocos momentos divertidos aquí-
Pasaron rápidamente por el jardín para bajar un par de escalones hacía un pequeño patio de piedra oscura, donde se encontraron la fuente que chorreaba un agua cristalina con la cual una criatura parecida a una muchacha jugaba como perdida en sus pensamientos, mientras el agua que revolvía con sus manos extremadamente largas de seis dedos le mojaban el vestido princesa, con la mirada profunda de los ojos sin pupila, totalmente blancos
-sea bienvenido joven Kire- dijo alzando el rostro a los visitantes -su señor padre lo espera en el salón principal-
-muy amable en recibirnos- dijo él pasando rápidamente junto a la fuente mientras la muchacha de rostro ovalado los seguía con la mirada nublada hasta que su cabeza dio una vuelta completa sobre su cuello para quedar de nuevo viendo el agua.

-no me siento bien- declaró Anrys cuando estaban por entrar a la casa de fachada antigua; una mansión hecha de piedra oscura, con ornamentos exagerados y tétricos, de techados puntiagudos que sobre salían entre la infinidad de árboles que la rodeaban, era tan grande que  no se podía ver el extremo que curiosamente parecía bajar junto con la colina en la que estaba asentada.
-¿Qué pasa?- dijo él intentando sonreír -¿te está dando miedo?-
-no… mi cuerpo… me siento demasiado débil-
-¡ha es eso! Bueno la verdad es que como no eres parte de esta casa, es por lógica que seas afectada por la magia que protege el lugar-
Ella lo vio con notorio fastidio.
-¿y no pensaste decírmelo antes?-
-ibas a venir de todas formas y esa barrera ha estado así desde que la casa Kalwa fue fundada… pero no le hagas caso, no te matara ni nada -
Las puertas se abrieron suavemente, y en el interior del vestíbulo redondo otro centinela los esperaba, esta vez era un hombre vestido con una toga, la tela era muy similar al cuero pero de un color café mas claro y una camisa suave de color blanca salía de las mangas campana de la túnica, el parecía más humano y los veía solemnemente.
-buenas tardes- dijo con una voz de ultratumba, hueca y sonora
- bueno, avisa que estamos aquí-
El ser alzó un poco el rostro –el señor Kalwa ya lo esperaba joven, pero me ha solicitado que atienda a su acompañante pa…-
-mi señora, ella es mi señora- corrigió el rápidamente mientras el sujeto mostraba gran molestia por el título para la joven.
 -Y no- continúo Kire -ella viene conmigo-
El sujeto cerró los ojos e hizo una reverencia ante ellos.
Kire dio un suspiro y continuó su camino pasando junto a él, cuando Anrys lo siguió a pocos pasos de distancia, pudo notar que el rostro del sujeto estaba lleno de púas que se crispaban como si fueran vello que reacciona ante la furia que seguramente sentía.
Ella comprendía que para todos los miembros y sirvientes de aquella casa, la llegada de un demonio como ella era el golpe más bajo. Para una familia como la Kalwa, que era conocida como la casa más fuerte y prácticamente la líder de ese mundo, el hecho de que un demonio que no pertenecía a ninguna casa; un demonio de tan baja categoría; pisara su sagrada residencia, consistía en un desprestigio.
Una bofetada directa del sucesor de la casa.
-¿Por qué siempre vives repitiendo que soy el sucesor de la casa?- dijo Kire que claramente había estado escuchando los pensamientos de Anrys
-porque lo eres… te guste o no-
-ah… ¿y por eso estás conmigo? ¿Para ser la “mujercita” del demonio más fuerte de todos?-
Ella sonrió.
-¿más fuerte?… no me llegas ni a las rodillas-
-he llegado más arriba que eso… -
Anrys sonrió más aun mientras sus mejillas blancas se sonrosaban.
-cuanto tiempo- dijo alguien en medio de la oscuridad que habitaba en la recamara a la que acaban de entrar
-casi una centuria padre… no creo que vayas a decir que me extrañaste-
-estas de regreso-
-no he regresado, estoy de paso… -
El piso comenzó a vibrar, mientras un murmullo se elevaba de todas partes, Kire sabía perfectamente que el ser poderoso que era su padre estaba muy molesto, y por eso no se mostraba con su imagen humana, y mantenía la oscuridad en ese lugar; una oscuridad absoluta, algo muy molesto para cualquier demonio que conociera, ya que para ellos la oscuridad nunca ha sido un obstáculo; pero su padre lograba crear ese vacío de percepción.
-¿y tenías que traer a esa cosa?-
La voz se había vuelto tremendamente hostil, y con cada palabra el temblor aumentaba
-Anrys quería conocer la casa y a mamá-
-¡no voy a dejar que una criatura tan despreciable se acerque a ella! ¡JAMAS!-
El brillo de los ojos dorados de aquel ser iluminó todo el amplio salón, parecía un coloso dentro de una jaula; era robusto y de piel gruesa y azulada, sus brazos estaban semi arqueados pues si los extendía golpearían el suelo, su espalda, arqueada también, hacia que el enorme demonio estuviera sobre los recién llegados que parecían hormigas frente a él, estaba vestido con una bata de tela suave que se plegaba en sus muslos sobre el imponente asiento en donde descansaba, tenía un par de enormes colmillos que sobresalían de su labio inferior para rozar levemente el superior, el pelo frisado le salía desde la quijada corriendo furtivamente hasta el cráneo en dos filas ondulantes que se entrelazaban una con otra formando un intrincado diseño que se extendía hasta la parte inferior de la nuca y se perdía bajo la bata.
-no te alteres tanto, también quiero saber ¿Por qué rayos has enviado a los gemelos a buscarme?-
-tu deber es estar aquí, no perdiendo el tiempo en ese mundo tan sórdido… lleno de criaturas de tan poco valor-
-no tienes derecho de imponerme a esos tontos, digan lo que digan los cuidadores del recinto, no voy a dejar que escojan el mundo donde tengo que estar-
-tengo la obligación de hacerte entrar en razón, en poco tiempo el convenio de los demonios se vendrá abajo por las intrigas de ese imbécil  Gradiz… tienes que estar aquí-
-no veo la necesidad de estar tras tu trono, te puedes cuidar bien solito-
El gran Kalwa dio un tremendo golpe al reposabrazos
-¡condenado seas criatura estúpida!-
- … es solo que no considero lógico tener que estar tras de ti, eres el principal guardián de este mundo, no me  necesitas-
-muchas cosas han cambiado aquí…-
Kire vio a Anrys.
-creo que te encantara conocer la casa- dijo con calma – si es que papá no se opone-
Kalwa soltó un bufido pero no objeto la idea, mientras Kire le comunicaba a Anrys por el pensamiento a donde tenía que ir exactamente. Ella salió rápidamente.
-esa cosa no merece existir-
-no voy a discutir sobre ella, tengo todo el derecho de tenerla conmigo-
-no, en el orden natural de las cosas ella no tiene derecho ni de respirar… te has sobre pasado al hacer tal cosa-
Kire sonrió mientras su padre comenzaba a cambiar, volviéndose un hombre de rostro cuadrado y severo, su imponente melena ahora era una elegante trenza de cabello gris que caía hasta el piso.
-nunca imaginé que te perderías, que tu locura te haría caer tan bajo como para crear algo tan mezquino como esa criatura-
-yo no la creé, solo la hice más fuerte-
Kalwa lo sujetó fuertemente del brazo derecho
-¡la has creado! ¡Aunque trates de convencerte de lo contrario! ¡Has mezclado las cosas más peligrosas para poder poseerla y tienes que pagar por ello!-
Kire borró su sonrisa por completo y se soltó de su padre con furia
-¡no voy a dejarla! ¡Es mía!-
-no sabes las desgracias que traerá si la dejas vivir más-
-¡¿Que me importa eso?!¡No voy a perderla! ¡No de nuevo!-

-¿estás pérdida?-
Dijo el niño que la veía desde la puerta que daba a un cuarto lleno de seres vestidos como si fueran a una fiesta de disfraces, Anrys supo de inmediato que eran más sirvientes de la casa que tenían el deber de entretener al niño.
-si, Kire me mando buscar algo, ¿me ayudas?-
-¡¿Kire está aquí?!- gritó dando un pequeño brinco hacia ella que estaba segura de que ese niño de cabello rubio platinado y de ojos negros era nada menos que el querido Júlian; Kire siempre le había contado tanto de él, su hermanito favorito, al cual siempre iba a visitar llevándole presentes de humanos, hasta que hace menos de veinte años dejó de comunicarse con él.
-¿Esta con papá? ¿Me trajo algo? ¿Quién eres tú? ¿Su compañera? ¿Eres mi regalo?-
-si a lo primero, no a lo segundo, soy su compañera y no, no soy tu regalo, pero me gustaría estar contigo un rato ¿se puede?-
-¡Siiiiii! Si eres la compañera de Kire entonces eres mía también-
-¿Cuánto tiempo tienes?-
Él movió su cabeza para hacer que el cabello se le apartara de los ojos pues lo llevaba bastante largo
-voy a cumplir mi primer centuria, ¿y tú?-
-cinco y media-
-¿y qué te mando a buscar Kire?-
-su cuarto, ¿sabes donde es?-
El niño que ante un humano no pasaría de los siete años, le tomó la mano y sonrió mostrando sus dientecillos puntiagudos
-queda en la otra parte de la casa, yo sé un atajo ¡¡vamos!!-
La condujo por  el corredor que los llevó hasta un pequeño pasadizo tras un cuadro de un paraje lleno de árboles blancos con formas torcidas y en apariencia suplicante; el pasadizo era totalmente oscuro y toscamente labrado en la piedra viva y parecía hundirse a cada metro que avanzaban, era muy húmedo y se podía sentir una ráfaga de viento desde el otro extremo.
Al salir se encontraron con un pequeño lugar muy similar al patio de la fuente; con un bosquecillo muy denso rodeándolo, había un arco de enredaderas en un extremo que daba a un páramo muerto y frío; Una rustica escalinata que ondulaba en el centro  se estiraba hacia la casa creando un puente sobre la entrada al túnel.
-¡vamos!  ¡Al subir las escaleras llegamos!-
Gritó Júlian corriendo hacia las gradas oscuras llenas de plantas y musgo; hacía mucho tiempo que nadie pasaba por ellas.
-ten cuidado- dijo ella siguiéndolo.
Se detuvieron frente a la puerta que estaba en el único descanso de la escalera, una puerta de madera gruesa, con remaches toscos y cerrojo enorme con los bordes hechos de metal forjado brutamente.
-esto parece una puerta de prisión- susurró.
- no sé abrirla- dijo el niño poniendo su manita pálida contra la madera
-he probado de muchas formas pero no se abre…-
-puede que este hechizada, ¿tú no usas magia?-
-no- movió su cabeza fuertemente de un lado a otro haciendo que sus rubios cabellos brillaran –papá aun no me enseña… y mamá…-
-yo tampoco se usar magia… - volvió a ver la puerta: era una puerta muy fea, mal acabada, ni siquiera tenía protección para la intemperie en la que se encontraba luego vio las paredes que la sucedían a ambos extremos, nada de ventanas y llenas de enredaderas con florecillas anaranjadas y rojas
-esto definitivamente es una prisión- dijo con cierto desdén,  Kire le había contado poco de su tiempo en casa de sus padres, pero lo que sabía era suficiente para imaginarlo dentro de ese lugar encerrado, recibiendo la infinidad de lecciones de tantas cosas que para los mayores eran indispensables para el sucesor del gran Kalwa, clase tras clase, sin poder salir de esa cárcel, totalmente solo…
-estaba solo- dijo tocando la madera rustica -¡ay!- una astilla le perforó la palma de la mano, la sangre brotó lenta sobre la madera y la puerta se hinchó como si estuviera dando un suspiro para de inmediato abrirse totalmente.
El interior de la habitación estaba atestado de libros y  estantes con frascos y rollos de papeles y telas extrañas,  una mesa cerca de la pared lateral derecha estaba impregnada de un color ocre y huesos regados por todo el piso a su alrededor, en el fondo del cuarto se ostentaba la única ventana que daba al patio donde ellos habían aparecido, Anrys se alegró de ver que era una ventana amplia de doble hoja, al menos aquel cubil no era del todo encerrado; bajo la ventana estaba la cama  grande y bien acolchada por un enorme edredón azul con bordes grises, a unos metros de la mesa que a todas luces era la mesa de trabajo, estaba un armario enorme; le faltaba una de las puertas así se veían unos cuantos ganchos aun colgados  que mantenían varias túnicas de niño.
En un rincón estaba una sola silla apoyada contra una esquinera llena de armas en miniatura hechas, al parecer, de trozos de los árboles del jardín.
-qué lugar tan triste- murmuró Anrys tocando suavemente las túnicas colgadas
-¿y qué hay que buscar aquí?- preguntó Júlian mientras se subía a la cama para empezar a brincar
-nada, solo tenía que venir aquí para esperar que Kire terminara su conversación con su padre-
Se acercó a la cama y se sentó en la esquina, vio al activo niño que brincaba con entusiasmo y sonrió, podía imaginar a Kire haciendo lo mismo. Eran tan parecidos Júlian y él, seguramente cuando era de su edad era igual, de cabello rubio platinado de ojos vivaces aunque de diferente color, con la naricita recta y la boca delgada y el rostro alargado.
-¿Qué te pasa?- le preguntó Júlian al verla tan ensimismada
-te pareces mucho a Kire-
-¿de verdad?-
-aunque no lo conocí de pequeño apostaría que son idénticos-
-¿Entonces cuando sea grande me veré como él?-
Anrys asintió levemente y de un brinco el niño se sentó en sus piernas, ante el asombro de ella.
-¿y serás mi compañera? ¿Solo mía?-
Comenzó a reír con suavidad, para luego decir acariciando el cabello sedoso del niño que la veía intrigado –incluso se declaran con las mismas palabras… -
-yo nunca diría algo tan cursi- dijo Kire desde la puerta del cuarto, ambos lo vieron con una sonrisa en los labios que se borró de inmediato al notar las heridas que el alto Kire presentaba en el rostro, el pecho y el brazo derecho. Heridas que chorreaban gran cantidad de sangre espesa y muy oscura, casi negra.
-¡NO! – gritó ella bajando a Júlian rápidamente y corriendo hacia Kire que continuaba sonriendo forzadamente
-¡¿Qué paso?!...- lo examinó con angustia  y le limpió la sangre del rostro con sus manos
-¡por eso te dije que no viniéramos!- los ojos grises de Anrys comenzaron a cambiar mientras sus manos se engrifaban haciendo que unas enormes garras plateadas salieran de sus dedos
-cálmate Anrys, esto no es nada… deberías ver como quedaron los otros- y le guiñó el ojo que no cubría la mancha de sangre
-¡¿otros?! ¡Por el demonio más grande! ¡Pudiste morir!-
Sus ojos pasaron a una oscuridad completa y los colmillos superiores crecieron hasta pasar su labio inferior
-dije que te calmaras… no vas a pelear… además- reparó en el niño que los veía con seriedad
-ya conseguí lo que quería… es hora de irnos- le tomó las manos y las apretó levemente. De inmediato el cambio en ella retrocedió.
-¿Qué conseguiste?-
-razones… muchas razones… perdona que no pude traer nada para ti Júlian…- dijo cuando el niño se cruzó de brazos mostrando una gran molestia  
-ya vámonos- dijo Anrys tomándolo por la mano
-hermano…- dijo Júlian con la mirada clavada en un par de zapatos viejos junto a la mesa de trabajo  -no quiero estar aquí… me gusta el mundo donde tu vives-
-debes cuidar de mamá porque…-
-¡mamá está muerta!- gritó alzando la vista mostrando un par de ojos dorados iguales a los de su padre –¡¡ entro a mi cuarto… y me dijo que volvería…!! … y no regreso… no… la encontré…- sus ojos volvieron a cambiar de color y las lagrimas le corrieron por las mejillas sonrosadas –creí que estaría escondida aquí… era el único lugar que no podía abrir… y… no está… mamá no…-
Anrys se hincó frente a él y le abrazó, mientras el niño lloraba descontroladamente haciendo que sus rasgos cambiaran abruptamente, de un niño lindo y delicado a un pequeño demonio de ojos brillantes y garras que lastimaban los costados de ella, la piel se le tornaba rojiza y áspera para luego  volver a la tersa y clara.
-¡¡Es suficiente Júlian!!- ordenó Kire sujetándolo por la muñeca derecha y alejándolo de Anrys lo levantó del piso hasta que sus rostros quedaron  a la misma altura.
-si ella murió esta bien, no merecía estar aquí, ella no tenía porque estar atrapada aquí… es mejor que haya muerto-
-¡NO!- chilló el pequeño demonio moviéndose bruscamente intentando liberarse de su hermano -ELLA TENÍA QUE ESTAR CONMIGO, NO TENÍA QUE IRSE, HAS QUE VUELVA KIRE, DEVUELVEME A MAMÁ, MURIO POR TU CULPA OI A PAPA DECIRLO, FUE TU CULPAAAA-
-deja de hacer berrinche- dijo él intentando permanecer calmado
-¡NO! QUIERO A MAMÀ CONMIGO TRAELA TRAELA TRAELA QUIERO A MAMÁAAAAA DEVUELVEMELA DEVUELVEMELADEEEVUUELLLVEEELAAAA REGRESALA COMO LA REGRESASTE A ELLA-
Con un manotazo Kire apretó sus dedos en la quijada del niño y sus ojos se volvieron totalmente dorados
-¡dije que te calmaras!- espetó con la voz más áspera que pudo salirle -tú no sabes nada…-
-¡Kire basta!- Anrys se les acercó con rapidez para intentar liberar al niño que continuaba llorando ahora enmudecido por la garra que le hundía las mejillas contra las quijadas, las garras oscuras comenzaban a perforar su piel blanca y se impregnaban del color carmesí.
-él no tiene la culpa, déjalo y vámonos-
-si… vámonos-
Soltó rápidamente a Júlian y este cayó al suelo temblando de furia, sus cabellos se erizaban incontrolablemente y su rostro se transfiguraba de nuevo
-lo siento por ti querido hermanito -
-si lo sientes…- dijo el demonio hincado frente a él mientras hundía las garras en la madera sucia y vieja del piso -¡llévame!-
-por el momento el lugar más seguro es entre los que están en mi contra-
Apoyó su mano en el hombro de Anrys; en verdad estaba muy cansado y podía sentir que la magia que protegía la casa estaba siendo modificada para atacarlos; no tenía más opción, debía hacer una invocación, no llegarían con vida al portal en el jardín.
-vas a tener que ayudarme- dijo mientras sacaba de la bolsa del pantalón un pequeño dije en forma de una flor
-¿Cómo? Yo no sé usar magia-
-entonces bienvenida a la clase de magia básica, toma el localizador y concéntrate en la imagen de la entrada a la cuidad –
-no, espera, yo no puedo-
-¡Anrys cállate y haz lo que digo!... Esta empezando, puedo sentir un fuerte apretón en el pecho-
 Su padre, que igual que él estaba muy débil, intentaba matarlo usando la ultima estrategia que tenía
-el control sobre los cuerpos relacionados por sangre, es una técnica básica pero muy efectiva, mucho más que enviar un hechizo destructor…- apretó fuertemente la mano temblorosa de Anrys mientras una descarga de dolor lo atravesaba -bas…ta con tener un poco de la sangre para controlarlo o matarlo… me equivoqué al dejar que sus manos me alcanzaran-
Ella de inmediato apretó sus manos sobre el dije, y cerró los ojos para concentrarse en aquella arboleda de pinos altos y que brindaban frescura a la carretera que serpenteaba hasta caer por una empinada colina a la cuidad que por tanto tiempo habían llamado suya. De inmediato sintió que su mano le ardía como si estuviera prendida en fuego y el resto de su cuerpo estaba rígido y demasiado frío, le costaba respirar.
-muy bien hecho- dijo él dejándose caer boca arriba sobre la yesca seca junto a uno de aquellos enormes pinos, no habían recibido ningún daño al trasladarse, al parecer no había sido un mal lugar para invocar la magia. Se habían salvado por poco –ahora… si eres tan amable, me gustaría que me…-
-Kire- interrumpió ella apretando su puño en el colgante que aun  estaba caliente
-¿a qué se refería Júlian con que me regresaste?-
-…es solo un niño y estaba enojado… no le hagas caso a lo que dijo, eran tonterías… ya, ayúdame a buscar algo de comer, si no como algo pronto no podré recuperarme-
Ella no dijo nada más y comenzó a caminar hacia la carretera, su casa estaba a medio kilómetro de ahí, no le sería difícil llegar si caminaba por el sendero que atravesaba el lado norte del pinar.
Caminó percibiendo todo a su alrededor, pero a la vez un murmullo le vibraba en el interior, los gritos de aquel niño, esas palabras “regrésala como la regresaste a ella”, ¿la había regresado? ¿A qué se refería con regresarla? ¿Acaso era porque habían vuelto al mundo de los demonios?
No. podía asegurar que no era por eso, era algo más, algo que le daba un fuerte miedo; vio la casa en el risco, pasando el acantilado blanco bañado por las espumosas olas y su corazón se tranquilizó, esa imagen siempre le daba descanso. Al llegar a la orilla vio hacia abajo, era un abismo de muchos metros y le encantaba el aire que se arremolinaba en ese pasaje, avanzó hasta el puente suspendido que unía las dos partes, el pinar y el risco, lo cruzó con calma, no tenía la menor intención de apresurarse a ayudar a Kire, se sentía muy molesta por la falta de información que él le daba en algo que bien sabia no era cosa de niños.

Kire ya había percibido la molestia que su querida Anrys tenía, así que se había puesto en pie, aun débil y mareado, y decidió llegar a la casa.
Aunque sabía que al llegar tendría que responder con calma la terrible pregunta.
Ese había sido su temor en aquellos cuatrocientos años, desde que vio ante sus ojos el cuerpo inerte de Anrys, pálida y totalmente desangrada por culpa de aquel ser que aun le sonreía en sus pesadillas, con aquellos ojos verdes. No, no diría nada, ella no tenía porque conocer ese pasado, habían sido felices sin nada que les atrajera a esos momentos nefastos. No diría nada.
Suspiró con gran alivio al encontrarla junto a la chimenea arropada con una gabardina que él había dejado sobre el sillón de orejas en donde le encantaba sentarse a leer. Estaba bien dormida pero apretaba el cuello color gris como si estuviera soñando que era el cuello del dueño.
-aun está molesta- susurró mientras se acercaba a su frente para darle un beso. Se le vino a la cabeza que era la oportunidad para ir a ver aquel demonio, necesitaba aclarar todas las cosas que había conseguido sacarle a su padre. Pero estaba muy agotado, las heridas ya no sangraban pero estaba débil y hambriento, tendría que descansar, salir de caza no era lo recomendable en su estado y la única que podía ayudarle tal vez al despertar no lo haría, así que subió las escaleras frente al vestíbulo y entro a la última alcoba al final del corredor del segundo nivel; no se desvistió y se lanzó a la cama de cuatro postes para de inmediato quedar dormido.
Y ahí estaba, aquel sujeto de ojos verdes que le sonreía burlonamente, que sujetaba las manos de Anrys mientras ella lo veía hipnotizada, Kire gritaba y trataba de alcanzarlos pero cientos de demonios le salían al paso más y más impidiéndole ver a las dos criaturas que más amaba, las dos criaturas que mas odiaba, las dos criaturas que no eran en absoluto ajenas… el grito desgarrador de Anrys lo hizo volver el rostro, su corazón saltó hasta su garganta y corrió como un loco hasta la sala de estar, ahí en mitad del lugar estaba él, y sostenía nuevamente a Anrys entre sus brazos, nuevamente le sonreía, incitándolo a pelear, a recuperar lo que nunca le había pertenecido.
-KIRE, KIRE DESPIERTA- gritaba Anrys que estaba sobre él intentando despertarlo, pero él continuaba gimiendo encolerizado con los ojos totalmente abiertos y dorados.
-DESPIERTAA-
Le dio un fuerte golpe en el pecho con el puño cerrado y de inmediato él se puso de pie lanzándola hasta golpear contra la puerta de la habitación rompiendo el espejo que colgaba tras ella.
-¿Qué…?- murmuró él viendo a todos lados, aun temblaba, su corazón no podía detener su ritmo enloquecido
-¿Qué te sucedió?... ¿Kire?- Ella lo vio y la mirada que él le devolvía la lleno de terror, estaba tan enfurecido que al parecer no la reconocía. Se puso de pie y se le acercó
–Kire… mírame, soy yo… ¿vez?... Anrys, soy yo- 
-¿An…?-
-si, mírame, soy yo-
Le sujetó las manos y las puso en su rostro, él de pronto recobró la calma
-¡ ¿Estás bien?!- le preguntó abrazándola fuertemente.
-AY ¡Lo estaba…Kire… Suel… Suéltame… Me ahogo!- lo empujó fuertemente
-era una pesadilla, creo…- dijo rápidamente al notar la preocupación en ella.
-nunca vi que tuvieras una tan fuerte ¿será que tienes hambre?-
-si… Eso debe ser… y eso que te pedí que me dieras de comer… pero creo que iré  a buscar algo afuera… ¿de acuerdo?-
-no, iré yo… aun no te aseas… y te vez muy pálido…- se metió al cuarto de la ropa y sacó un abrigo blanco –vuelvo enseguida, espero que estés presentable para la cena-
-si, claro… cuídate ¿sí?... no tardes-
Nunca creyó estar tan aterrado, ¿Por qué volvía a soñar con Orchza?, era todo culpa de haber hablado con su padre, si, era eso.
“-no sabes las desgracias que traerá si la dejas vivir más-”
Las palabras rotundas de aquel imponente demonio, que lo habían hecho perder el control. Salió del cuarto para entrar al baño. Se vio en el espejo: la mancha de sangre seca se pegaba a su mejilla y su cuello, el corte en su brazo, aunque ya no sangraba, aun no cerraba del todo, se pasó una mano por el cabello plateado.
“-¡¿Que me importa eso?! ¡No voy a perderla! ¡No de nuevo!-
El puño fuerte de su padre se alzo hacia él y salió despedido hasta chocar contra la pared de mármol frío, escupió sangre, pero su furia solo estaba empezando. Se puso de pie.
-¡no me interesan tus guerras o tu deseo de control, solo quiero…!- espetó mientras su verdadero ser fluía hacia la superficie de su piel.
-¿Qué quieres? ¿Vivir en tu escondite por toda la eternidad?, despierta niño idiota, ¡Eres un demonio! ¡Hijo del demonio más fuerte! ¡Tú deber es la guerra contra nuestros opuestos! ¡Tú deber es destruirlos! ¡Tú naciste para ser mi sucesor y erradicar a los bien nacidos protectores de la humanidad!-”
Golpeó el lavabo; no importaba lo que su padre o quien fuera dijera, jamás entraría en batalla con los ángeles, había comprendido que no había necesidad de luchar con ellos, cada especie podía vivir sin lastimar a la otra, lo tenía bien comprobado.
“-¿vivir en paz con ellos?- dijo su padre con voz de trueno después de escucharlo, lo tomó por el cuello y lo volvió a lanzar ahora para hacerlo chocar contra uno de los pilares -¡¿y crees que esos benditos ángeles se apiadaran de ti al escucharte decir eso?! ¡Ellos empezaron esta guerra! ¡Desde que la existencia de los humanos evolucionó al entendimiento de las cosas y decidieron que les pertenecían!-”
Se quitó la camisa y abrió la ducha, tenía que dejar de recordar todo eso, de nada le servía revivir los insultos y las palabrerías de ese viejo inútil, en realidad no estaba de parte de los demonios ni de los ángeles, demasiado tiempo había pasado en total tranquilidad para ahora tener que empezar con los conflictos morales de nuevo. No le interesaba nada de esa estúpida guerra, no le importaba quien tenía la razón y quien no, a él solo le preocupaba seguir vivo y que Anrys estuviera con él, eso era todo. Por el único motivo que había tenido que presentarse ante su padre era para demostrarle que no tenía miedo de enfrentársele si intentaba matarlo.
Apreciaba mucho su vida, eso era lo que importaba, vivir, que los demás se destazaran a placer, lo que nunca permitirá era que se interpusieran entre él y su paz, entre él y Anrys.

Se quitó los pantalones y entró a la ducha, el agua tibia se sentía tan bien cuando entraba a las heridas.

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