así que aquí les dejo la continuación de este cap. recordemos que Amelia se ha desmayado por el dolor de sus heridas y Kravel esta por "atenderla" ;) espero que les esté gustando esta historia; sus comentarios son bienvenidos siempre, me ayudan a mejorar ;)
disfruten el resto del capítulo, hasta la próxima.
II. I
...-¿y la dejaste ir?- dijo el hombre sentado a la cabeza
de la larga mesa, un mechón de su negrísimo cabello rosaba su mejilla fría y
severa, su mirada de color vino demostraba su total gobierno en cada uno de los
hombres ahí presentes, era imponente simplemente sentado holgadamente en el
sillón de orejas, sus labios finos estaban firmes y sin expresar su
descontento; por el contrario, una leve curva en la esquina derecha provocaba
que pareciera un buen muchacho de no mas de dieciocho años ingenuo y feliz. No
mostraba alteración alguna aunque el tipo nervioso sentado a su derecha estaba
encorvado y notablemente afectado por lo que acababa de declarar ante los ocho
presentes, había tenido en sus manos a la peor de las aberraciones de este
mundo y la había dejado ir.
-¿pensaste que con darle un batazo en la rodilla podrías
detenerla?-
La voz del jefe de la reunión era serena, incluso
generosa al preguntarle, era como si de verdad estuviera preocupado por su
subordinado, cosa que todos en esa mesa sabían que no era cierto
-yo… intenté… pero mi esposa… ella…- a la mente del
interrogado vinieron las macabras escenas de la muerte de su adorada mujer,
aquella delicada criatura que no sabía a quien había protegido, que nunca
sabría porque su amante esposo le había golpeado el cráneo hasta dejarlo como
una masa sanguinolenta que se esparció
por todo el cuarto de cocina
-Estefanía tuvo la equivocación de interponerse, eso
es evidente, pero no es una excusa que te limitara para detener a Amelia-
El nombre de esas dos mujeres en labios de aquel
temerario hombre parecían un insulto; eran las dos personas que mas contacto
tuvieron con él pero ahora parecía como si solo hubiera sentido por su hermana
y su amante deseos de cortarlas en mil pedazos y lanzarlas al abismo mas oscuro
donde nadie supiera que alguna vez tuvieron relación con Midjar, el hombre mas
poderoso de todo este lado del caótico mundo.
Amelia despertó lentamente, tratando que su mente
trabajara tan rápido como ella deseaba, se sentía cálida nuevamente pero no
estaba en brazos de Kravel, si no en su cama.
La cual estaba suave y acogedora.
Él le había puesto una sabana encima y notablemente
había hecho lo que ella no pudo lograr, su rodilla estaba fuertemente atada, no
podía mover el brazo derecho pues un apretado cabestrillo sujetado a su cuello
impedía que lo moviera un centímetro.
-¿Kravel?- dijo con suavidad mientras intentaba con el
brazo sano apartar las sabanas
-no te muevas-
La respuesta era una orden más que todo, Amelia
simplemente movió la cabeza hacia la voz al pie de la cama y vio al imponente
hombre que la veía con severidad
-¿Qué eres?- preguntó siempre con voz de trueno.
Amelia notó un débil temblor en su pecho ante la
pregunta; tendría que movilizarse muy pronto si Kravel ya había notado lo que
ella escondía; rápidamente palpó su vientre y sus pechos con la mano sana y
descubrió que estaba desnuda; suspiró resignada ante el hecho, no lo culpaba
por tener esa mirada de odio hacia ella, nadie en su sano juicio aceptaría a
alguien como ella en su casa.
Pero tenía que buscar la manera de salir de ahí al
menos con algo encima, o en el peor de los casos salir al menos con vida.
-gracias por curarme- dijo haciendo un esfuerzo
gigantesco por moverse; en verdad estaba lastimada, hasta ese momento resentía
todo el cuerpo, incluso debajo de las uñas podía sentir el leve escozor y
malestar que la recorría de pies a cabeza, debía ser a causa de estar tan
cómoda y que dejó que su cuerpo se relajada demasiado lo que había permitido
que su nivel de tolerancia al dolor fuera nulo.
-olvídalo, ahora dime ¿que eres?-
-soy Amelia-
-¿un demonio tal vez?-
Amelia miró intrigada la maravillosa sonrisa que se
formaba en aquel rostro divino, no estaba enojado o asustado, tan solo estaba
preocupado… por ella, haciendo que otro temblor, esta vez mas fuerte, diera un
vuelco en su pecho.
-lo que puedo decir es que no soy un híbrido…aunqu…-
-aunque lo pareces- terminó él dando dos pasos para
quedar a su lado
-como alguien me dijo hace poco soy yo y eso basta-
Kravel mantuvo su expresión jovial, parecía como si
todo el asunto le resultara de lo más cómico, cuando no lo era; Amelia sabía
que en cualquier otro lugar, como le había pasado durante esos días, si alguien
descubrió o simplemente sospechó que no era humana la echaron y la trataron
como al más vil híbrido, aquellos seres que habían arrasado con la tierra y
exterminado a casi todos los humanos hacia noventa años.
Amelia había nacido el mismo día en que el primer
demonio obtuvo el acceso a este mundo.
-no soy nadie para preguntarte, pero no puedo quedarme
tranquilo al pensar que en verdad eres un híbrido, no puedo tenerte en mi casa
si en cualquier instante vas a atacarme-
Amelia sentía que el corazón se le escapaba por la
boca; sabía que esa sería una reacción normal ante el hecho de que él supiera
mas que nadie su condición, pero estaba en verdad ansiosa de saber si ese loco
iba a arrojarla de su casa por haber descubierto las leves diferencias en su
cuerpo; sus pechos sin pezones y las marcas de nacimiento en su abdomen con
formas tribales de un color carmesí dando un aspecto de cicatrices recientes.
Pero no era un híbrido, al menos no como los
espantosos seres que ella mataba, no tenía sed de sangre humana, podía estar a
la luz del sol y no tenía la locura corriéndole por las venas; era muy hábil y
desde pequeña supo adaptarse rápidamente a todas las técnicas de combate que le
habían enseñado, era un soldado perfecto, pero no era un híbrido… tampoco era
un humano.
-no soy un híbrido- dijo en solemnidad, realmente
angustiada por que Kravel no le creyera –no como gente, no infecto a otros y
no…-
-no eres humana tampoco- cortó él
-parece que no te molestara en realidad-
-si lo que dices es verdad no me molestara cuidarte
hasta que te recuperes-
Amelia entendía muy poco a ese tipo, ¿Cómo era posible
que estuviera tan calmado? Hacia segundos tenía esa expresión severa en su
rostro como si estuviera dispuesto a quebrarle más huesos o matarla, y ahora la
veía con gentileza y calidez como si el hecho de que ella fuera un ser no
natural no fuera un problema. Y lo era, Amelia había comprobado en los
anteriores meses que los malditos híbridos la encontraban rápidamente, para
ellos era como seguir a la más dulce de las mieles y cuando alcanzaban su
rastro terminaba matando y huyendo en espera del siguiente lugar de lucha.
-no se porque haces esto, y en verdad me impresiona el
gesto, pero no puedo quedarme aquí-
Se apoyó en la cama con su mano sana y se levantó
hasta que su espalda quedó contra la cabecera de hierro forjado con motivos
florales abstractos, la sabana que la cubría se deslizó hasta sus piernas.
-¿y piensas irte así?-
-he estado peor-
Suspiró al ver el cabestrillo que perfectamente cubría
su pecho, aquellos senos que nunca darían vital leche a algún hijo que nunca
tendría.
-¿Qué te paso? ¿Te atacó algún híbrido?-
Las preguntas estaba tan cargadas de interés y
tristeza que Amelia no pudo decir nada. Algo dentro de su pecho parecía
encogerse ante el confortable sonido.
Nunca había sentido algo así; esa intriga genuina en
unas preguntas que en cualquier momento de su vida hubieran sido de rutina ¿Por
qué venía alguien que no conocía y la ayudaba, alguien que la curaba cuando
nadie nunca se interesó por ella más que para mandarla y poseerla? ¿Por qué
sentía que el aire se le escapaba incontrolable por la boca y los ojos le
ardían de tal manera?
-no hubiera dejado que un híbrido me tocara- dijo al
fin sintiendo como el mar de lagrimas le impedía ver mas que olas de agua
salada
¿Qué rayos le estaba pasando?
-¿quién te hizo esto?- Kravel se hincó a su lado.
-la pregunta sería ¿por qué soy tan débil, no crees?-
apretó sus labios con bastante fuerza para impedir que el sollozo escaparse y
con el brazo libre se quitó las lagrimas de los ojos, no podía creer lo
estúpida que estaba siendo.
¿Estaba llorando? ¿Cómo era posible que pudiera
llorar? Y lo peor era llorar ante un extraño, llorando al recordar que era una
idiota, una perdida, una innatural.
Llorando cuando nunca supo como hacerlo.
-no me interesa si eres débil o no… solo descansa-
dijo él con suavidad.
-¿Qué?-
Él parecía algo indeciso en responder y Amelia se
sentía cada vez más tonta al estar ahí con un demente que la veía como un niño
perdido en busca de ayuda, cuando era ella la que estaba siendo ayudada
-descansa-
-¿no te interesa que sea débil?-
-no-
-¿Qué te interesa entonces?-
Kravel sonrió ampliamente, y ella sintió que su rostro
volvía a ponerse como un tomate; él loco a su lado tenía la sonrisa más
perfecta que hubiera… de inmediato se retracto. No tenía muchos puntos de
comparación para una sonrisa, las pocas que había visto eran sonrisas irónicas
o lujuriosas, no podía comparar la calidez y ese brillo en los ojos de hielo de
este hombre.
-¿Kravel?-
-descansa- ordenó mientras movía levemente su mano
para subir la sabana, indicándole que debía volver a recostarse.
-¿Por qué haces esto?- ella se deslizó bajo la tela
tibia ante el total cansancio que la invadía; quería dormir mucho, dormir y
dormir sin tener que pensar que debía despertarse cada cinco minutos para
comprobar que nadie estuviera a punto de matarla… y estaba comenzando a
imaginar que podía lograrlo si Kravel estaba ahí.
-tu me vez- dijo él mientras se apartaba y se
marchaba.
Amelia vio su espalda de hombros rectos y amplios
notando algo como una leve sombra al centro de ambos omoplatos y se permitió sonreír,
en verdad que el tipo estaba loco, cualquiera podría ver a tan perfecto ser,
cualquiera quedaría embobado con su presencia y su notable amabilidad, ¿Por qué
decía que ella lo veía? ¿Acaso todo esto era una alucinación producto de su
dolor? ¿Será que al final de todo estaba muerta y esto era su recompensa por
años y años de batallas y abuso?
Si era su muerte era aceptable. Sería feliz de que en
verdad su mundo se volviera dormir en esa cama por siempre y tener al loco que
caminaba desnudo como cuidador… era aceptable.
Estaba
intranquilo y la estúpida mujerzuela que salía después de las horas de
acción simple y aburrida no le había servido para mucho; se pasó fuertemente la
mano por los cabellos negros y apretó el puño en su nuca, sus ojos rojizos
repasaron la habitación con cansancio; la cama de dosel y suntuosas telas, la chimenea blanca con el florero rebosante
de lirios, la butaca azul claro donde descansaba uno de aquellos libros
viejísimos de principio de siglo que ella le leyó hacia no mas de unas semanas.
Estaba tendido boca arriba en la enorme cama y la
lluvia golpeaba la ventana al fondo del cuarto con tanta fuerza que imaginaba
que las siguientes gotas romperían los cristales y rebotarían en la cómoda
cercana.
Tenía que recuperarla.
Amelia debía volver a él no importara quien tuviera
que morir por ello. Ella era suya.
No podía creer que se hubiera revelado y escapado,
cuando la tuviera frente a frente le recordaría quien era él y asegurarse que
nunca tuviera la idea de volver a huir.
No por nada había pasado tanto tiempo armando tantos
planes para controlar todo, si ella andaba sin cuidado por ahí muchas cosas
saldrían a la luz y sería el final de su bien planeado gobierno. Le dio un
puñetazo a la almohada a su lado derecho, los músculos de todo su cuerpo macizo
pero grácil se tensaron de ira; no era posible que ella se fuera así como así,
tenían años de estar juntos. Creía que ella siempre le obedecería, que siempre
lo seguiría… que siempre lo amaría… ¿Quién si no él la recibió aun sabiendo la
aberración que era? ¿Quién si no él le había enseñado todo lo que sabía para
matar a quien se le pusiera en frente? Tal vez había sido demasiado
condescendiente con ella, quizás no debía haber dejado que tuviera tanta
libertad; hubiera sido mejor mantenerla atada como el engendro que era y solo
soltar un poco la correa para enviarla a las misiones por las que su fundación
ahora era alabada como la salvadora de la humanidad. Tenía que haberla sometido
mas a sus deseos, sabía de sobra que nunca se le resistía, nunca se movía de
manera incorrecta cuando el la tomaba, era dócil; tan dócil como letal contra
los híbridos; cuando la tenía bajo su cuerpo ella se entregaba y no pronunciaba
mas que suspiros y gemidos de placer… era suya, no toleraría que anduviera por
ahí desperdiciando tiempo que debía ser usado para establecer de una vez por
todas la fundación y complacerlo a él. Ella iba a volver o morir.
Estuvo a punto de… ¿Cómo era capaz de hacerle algo así
a alguien tan lastimado?, era un desgraciado, un mal nacido… se merecía morir
por el simple intentó cuando le quitó la camisa y su boca se le hizo agua al
ver aquel cuerpo maravilloso y extraño a la vez.
Era única, eso era evidente con solo lo que paso en el
pastizal. Pero ahora era totalmente claro que Amelia era y sería la única
criatura que podría verlo… y quizás amarlo…
Un leve calor bajó desde su garganta hasta su estómago;
Amar ¿Qué era eso? ¿Cómo sabía que era bueno? ¿Qué no
era una farsa? Lo único que entendía de la palabra era lo que había encontrado
en los muchos libros que tenía.
Vio el fuego en la chimenea que él mismo había formado
en la roca virgen, luego movió la mirada por esa parte de la casa que tanto
apreciaba; el cuarto de la chimenea había sido el primero que había excavado, y
no se arrepentía de haberle dado la forma redonda que tenía, le hacía sentir
seguro.
Cada mueble que había conseguido; No de manera honrada
debía admitir;
Le había cautivado en su momento de obtención y le
seguían produciendo un sentido de ensimismamiento al verlos. En su sala
favorita tenía la oscura y antigua
estufa que había aprendido a usar espiando a las señoras de las ciudades
que sobrevivieron al holocausto; la enorme mesada de caoba oscura e imponente
en el centro del redondo salón, sobre ella una vajilla variadísima de colores
calidoscopios, los tres sillones tan diferentes de forma y color pero que en
aquel espacio armonizaban a la perfección, el librero con los tomos que le
estaban preocupando estaba apoyado junto a una de las alacenas bien surtidas;
le gustaba comer mientras leía y leía, era su única forma de conocer e
imaginar, así podía creer que todo cuanto leía era una platica con las personas
que en ellos aparecían.
-no puedo desear nada- dijo con tristeza al recordar
la única vez que creyó tontamente que podía ser mas parecido a un humano.
No podía desear
ser mas que un ladrón invisible, ser un engendro fugitivo de sus deberes, ser
solamente un ángel caído que no moriría en un tiempo cercano.
No le quedaba
más que seguir en la tumba que él mismo excavó y no desear nada.
Alzó la mano sobre su hombro derecho, estiró un poco
mas los dedos y tocó el nacimiento de sus alas; sonrió sintiendo que un extraño
agujero se formaba en su pecho, Amelia no había notado sus alas; quizás no las
había visto, quizás no le habían importado o quizás no podía ver todo de él… no
lo entendería si lo supiera de todos modos; pero con eso sabía que aunque viera
la mayor parte de él no iba funcionar lo que él soñaba.
De inmediato comenzó a reír, reír fuertemente, ¿Cuándo
había soñado algo? ¿Acaso soñar no es lo mismo que desear? Era un idiota, ¿que
no lo había decidido antes? él sabía que deseaba que ella se quedara, que lo
conociera y conocerla, era su sueño, su deseo.
Amelia vio los ojos rojos que le sonreían maliciosamente,
sentía el calor del cuerpo que portaba esos ojos, las manos que recorrían su
cuerpo y le provocaban náuseas
-no…- susurró cuando el monstruo sobre ella intentaba
hacerle lo que siempre le hacia –no…ya no…-
Un impacto en su espalda la llevó a otro lado; salvada
de él pero en peligro con los ocho híbridos que la rodeaban, eran deformes y le
sobrepasaban en altura por casi cuatro cabezas, tenían la mirada perdida como
todos esos seres grotescos pero sabían lo que querían y como conseguirlo.
Sangre y carne humana.
Buscó su espada pero al alzar su brazo sobre su hombro
izquierdo no estaba, rápidamente se movió hacia la derecha donde había un
pequeño agujero en las líneas enemigas, tenía que darse tiempo para buscar un
arma y así descuartizar a los ansiosos remedos de humano que la rodeaban pero
el paso dado la llevó a caer en un agujero oscuro y frío; el dolor de su pierna
y su brazo se volvió incontrolable.
Gritó desesperada, no podía detener la caída, en
cualquier instante se estrellaría contra el suelo; vio cientos de rostros
contraídos de dolor, ira y locura, cientos y miles de caras le devolvían la
mirada colérica, la odiaban.
La detestaban por haberles matado, torturado y
masacrado;
Centenares de híbridos que pedían su muerte.
Un temblor la recorrió por completo, y notó la tela
firme en su pierna, el cabestrillo en su brazo y alrededor de su cuello.
Era una pesadilla.
Todo ese absurdo juego de sombras y miedo había sido
producto de su cerebro nervioso; igual que todas las veces anteriores, dormía
con miedo y siempre tenía pesadillas.
Estaba siendo tan débil, tan cobarde… movió la vista
por el lugar, era acogedor por el hecho de tener tantas cosas juntas, eran
todas muy diferentes pero de alguna forma curiosa se complementaban muy bien, los
armarios que cubrían la entrada, el tremendo cofre de hierro colocado en la
otra pared bajo un soporte de espadas y cuchillos, el armario con forma de
mujer gorda al pie de la cama, las sabanas grises y suaves… el olor tibio de
que esa era la cama de alguien… alguien grande y de un dulce pero varonil
aroma, una mezcla de maderas antiguas y pasto fresco… podría quedarse ahí y
saborear ese olor levemente cítrico; pero no podía quedarse, estaba casi segura
que muy pronto la encontrarían, que él la seguía buscando… no era justo para el
invisible cuidador quedar envuelto en su caótico escape.
Apartó la sabana que tanto le agradaba y con la mano
libre empujó la pierna entablillada hasta que su pie desnudo tocó el suelo
frío; un escalofrío subió por cada nervio de su pierna
-contrólate- se ordenó
Debía aislar cualquier sensación ahora, tenía que
centrarse en salir de ahí y continuar su camino hacia… Vio las vendas
maravillosamente blancas… ¿A dónde iba? ¿Hasta donde tendría que correr para
ser libre?
La respuesta le martilló los sesos, no podía ir lo
suficientemente lejos de Midjar, él era ahora el hombre más importante de la
renaciente población humana, había sido el único que tenía el poder y la
habilidad para enfrentarse a los híbridos que se alimentaban de los débiles
humanos de aquellos años. Él era el nuevo gobernante, todos lo conocían y le
admiraban, lo veían como justo y salvador… cuando era un maldito cerdo
prepotente y arrogante que lo único que le interesaba era el poder y ser el
centro de atención.
Pero no era momento para estar analizando al bastardo
ese, era tiempo de salir. Apoyó la otra pierna y se puso de pie con lentitud,
no estaba tan mal como creía, al tener de nuevo su estricta orden de
controlarse a si misma podía soportar el malestar; y también había que
adjudicarle cierto mérito a las buenas atenciones de Kravel… algún día volvería
y le agradecería… algún día…
Su ropa no estaba a la vista pero sí la bata que él
había dejado en la cama; como pudo se la pasó por el brazo atado y la amarró de
manera rápida a su cintura, la tela era pura seda color azul suave y tibia, no
era algo apropiado para andar fuera, dio unos saltillos hasta un jarrón del
tamaño de una mesa que estaba lleno de telas, al inspeccionar encontró varios
trozos de camiseta, los podría usar para hacerse un top… si tuviera la
movilidad de ambos brazos, claro ¿Cómo podía encontrar algo para usar?
-¿no te gusta la bata?-
La voz profunda en un susurro la hizo ponerse en
defensiva, dando un saltó no muy gracioso hacía atrás chocando con el jarrón y
casi perdiendo el equilibrio de no ser porque Kravel la sujetó en el segundo
preciso;
Mmm que brazos, pensó Amelia de inmediato al sentir su
cintura sujetada por él.
-¿no te gusta?-
-no me funciona- dijo intentando no sonar nerviosa,
¿estaba nerviosa? ¡Rayos! ¿Por qué se sentía así, que era ese sentimiento?
-¿no te funciona para que?-
-tal vez me sea más cómodo andar por ahí desnuda como
tú lo haces-
-no-
La negación rotunda la sobresaltó, podría jurar que
sonaba demasiado posesivo, sobre protector y dominante; y lo que la sobresaltó
de más fue que el tono no le parecía tan malo, no viniendo de él.
-debes seguir en cama- dijo al notar que ella le veía
fijamente, podía jurar que había notado su aceleración al negarse a la idea de
ella desnuda por su casa.
No era una mala idea, claro que no, pero lo volvería
loco mas de lo que ya estaba;
Iba a cargarla para regresarla a su descanso cuando
ella puso su mano izquierda en su hombro para detenerlo y decir
-debo irme-
Amelia no podía creer lo oprimido que sentía el
corazón al decirlo, y el rostro severo de Kravel se le mostró asombrado hasta
el punto del susto al oírla
-no puedo quedarme… te agradezco todo… pero… tengo que
irme y…-
-¿A dónde?-
-¿Qué?-
-¿A dónde tienes que ir?-
-pues… ¿irme no es bastante? No tengo un… no tengo
porque decirlo ¿cierto?-
-cierto-
¡Vaya! Pensó mientras él la cargaba, ¿Qué había sido
eso?
-te iras mañana- Declaró cuando volvía a cubrirla con
la sabana
-¿mañana?-
-mañana Amelia, el día después de esta noche,
prepararé algo para ti y podrás irte ¿te parece aceptable?-
-¿Qué? Si… si es…-
-¿quieres comer algo ahora?-
-¿comer?... yo…-
Estaba atónita ¿cómo podía sentir que la lengua se le
atropellaba tras los dientes? ¿Era ansiedad y nervios lo que estaba
experimentando? Bueno, tenía que aceptar que ver el rostro de Kravel era muy
difícil. Tan perfecto y atrayente, que automáticamente agachaba la mirada; su
voz que parecía acariciarle, en especial las dos veces que había dicho su
nombre.
-¿no comes acaso? Supuse que con un cuerpo casi como
el de un humano tendrías al menos uno que otro símil con ellos ¿no?-
¿Porque tenía esa sensación de que el ambiente se
estaba poniendo helado?...
Kravel se apartó de la cama y giró sobre sus talones
para perderse tras el biombo; sentía tanta ira, tristeza y decepción;
Ella quería irse.
Estuvo a punto de apretar su frágil cuello y obligarla
a callar esas palabras tan hirientes pero tan ciertas, él no era nadie para
ella como para que le interesara saber donde iba y por qué se iba; Fue un idiota
al creer que ella querría quedarse.
Atravesó el pasillo que conectaba el cuarto con la
sala redonda y sin pensarlo golpeó la pared rocosa con su puño, lo que provocó
que varios adornos cayeran al suelo; estaba seguro que donde ella estaba
también había tenido secuela su gesto de irritación, así que dio vuelta otra
vez para ver que no le hubiera caído nada encima.
¿Estaba enojado? Había visto esa expresión en el
rostro de sus instructores cuando era pequeña, esa notoria insatisfacción para
con ella que daba a ver claramente que no estaban conformes con lo que ella era
o hacía ¿Kravel estaba molesto porque ella quería irse?
¿Por qué?
Cualquiera hubiera dado gritos de alegría al ver
alejarse de su vida a una cosa como ella, el único lugar donde ella había estado
recluida era la casa de Midjar y estaba segura que nadie ahí apreciaba su
presencia…
¿Por qué Kravel parecía tan molesto?
Seguro era porque pensaba pedirle algo a cambio de sus
cuidados y al ver que ella había tenido la intención de irse sin avisar, se
sintió engañado.
Eso era, claro que si.
De repente un fuerte temblor recorrió el lugar
produciendo que las banderas y el estante de las armas sobre el jarrón se
desplomaran; Amelia automáticamente se puso de pie y se colocó en el centro del
lugar porque hasta ese momento se había percatado de que justo sobre la cama
había colgada una especie de hamaca con varios bultos y cajas que se
bamboleaban a punto de liberarse.
El lugar no era apto para un refugio anti terremotos.
-¿te golpeaste?-
Un estremecimiento la llenó por completo, esa voz en
ese tono de preocupación la iba a volver loca
-estoy bien… oye…-
Era mejor dejar las cosas claras ante todo, ella
estaba en deuda con él, tenía que retribuir de alguna forma sus cuidados
-fui algo grosera al intentar irme, no es que no
aprecie tus atenciones, pero no tengo forma como pagarte y yo…-
-si piensas que
te cure y te di donde descansar con la idea de pedirte algo material estas
equivocada- le cortó él
-pues no sé porque lo hiciste entonces, nadie ayuda sin
esperar algo a cambio-
-no he dicho que no espero nada a cambio-
Al instante Amelia se imaginó recostada en la cama que
le gustaba tanto y sobre ella el perfecto cuerpo que había visto entre los
matorrales… pero recordó otro cuerpo, un hombre que aborrecía y le forzaba a
servirle
¿Acaso Kravel quería ser su nuevo torturador?
-¿Qué quieres entonces?- dijo con la clara idea de
comenzar a correr para no volver a sufrir mas ultrajes
-que te quedes-
Amelia estuvo a punto de reír mientras una oleada de
calor subía desde sus rodillas hasta su cara ¿él quería que se quedara?
¿Entonces en verdad iba ser una esclava otra vez?
No, no podía creerlo, algo en la mirada gélida de él
le aseguraba que no.
-¿quedarme?-
-debes reponerte si los que te hicieron eso están tras
de ti, no voy a sentirme culpable si al irte a donde quieras ir estas en las
mejores condiciones-
Bien; Pensó ella con las mil cosquillas que le
recorrían la espalda;
Eso estaba más gracioso a cada instante.
¿Estaba dándole una excusa tan tonta para ver si ella
quería quedarse?
¿Querría quedarse en ese curioso hueco excavado como
una tumba y estar más tiempo en la cama calida y poder ver a su frío y gentil
anfitrión?… por muy ilógica que se oyera esa comparación ¡Claro que quería
quedarse!
Era lo único que quería o había querido hacer… pero
era algo que no tenía derecho a querer… no podía querer nada si eso significaba
arriesgar a Kravel…
¿Arriesgarlo? ¿Por qué se estaba preocupando tanto por
él?
Era un extraño. No podía confiar en nada ni nadie, no
tenía porque estar preocupándose por nadie más que ella misma… ¿o sí?
-sano mas aprisa que los humanos, para mañana estaré
totalmente bien-
-no lo creeré hasta mañana-
-créelo ahora. No soy… buena compañía y no te creo eso
de que solo quieres mi presencia aquí, nadie hace algo a cambio de nada-
-no soy nadie, hice lo que hice porque no soy como las
personas que tu pareces conocer- y le señaló el cabestrillo - y te solicito que
te quedes porque no me sentiré bien al saber que andas por ahí en medio de esa
gente tan mórbida mientras estas herida-
Amelia ahora
sentía que la cabeza le daba mil vueltas; este tipo era increíble, estaba
totalmente determinado a que ella de una u otra manera se quedara y por muy
tonta que se escuchara creía de alguna forma que no la obligaría a nada, que
podía confiar en sus intenciones… pero tenía que irse, lo mas lejos posible, si
en verdad Kravel era genuinamente considerado sin importar sus motivos o
intensiones no podía seguir poniéndolo en sus problemas, ella debía seguir sola,
seguir huyendo y no permitir que nadie la encontrara.
-¿por qué me ayudas?-
Kravel vio el gesto de intriga y dolor que se formaba
en el delicado rostro, ella parecía no comprender nada; pero era entendible;
¿cómo iba ella a comprender que estaba tan contento de poder hablarle? ¿Qué
también estaba triste porque ella no quería quedarse? ¿Tenía que decirle lo que
en verdad le pasaba?
-tu me ves- dijo con firmeza haciendo que sus hombros
se cuadraran como si en cualquier momento Amelia fuera a atacarlo.
Y cual fue su sorpresa y su aceleración en el corazón
cuando ella comenzó a reír suavemente
-te veo…- dijo entre el sonido glorioso de su risa
nerviosa –es obvio que te veo…- soltó un fuerte suspiro para controlar su risa
y lo vio a través de lagrimas como diamantes en el nacimiento de sus pestañas
inferiores
-¿cómo no podría verte?-
-soy un desterrado- dijo él con suavidad.
Su alma; o lo que quedaba de eso en su interior; se
debatía ante lo que estaba por hacer; jamás, en todo el tiempo que tenía de
vivir, había hablado de lo que estaba borboteando en su garganta ahora; pero no
iba a controlarlo mas.
-llegue aquí cuando apenas era un muchacho, no conocía
nada de este lugar ni de sus habitantes… lo único que me habían dicho era que
no eran como yo… o que en realidad yo no era como ellos…no tenía mas de unos
meses de estar aquí cuando aparecieron los primeros híbridos. aunque era un
niño sabía por qué me habían traído a este mundo, tenía que eliminar a todos lo
asesinos de humanos… en menos de un año las crecientes hordas habían mermado y
no es por ser jactancioso pero tuve gran parte en ello… habíamos llegado a un
pueblo bastante grande en lo que en ese tiempo llamaban Centroamérica, los que
venían conmigo siempre me mantenían oculto para que nadie pudiera verme…-
Kravel sonrió cansadamente rememorando todo eso; sentía que su cabeza iba a
explotar y su corazón se detendría en cualquier momento. Pero le resultaba gratificante que la
criatura femenina ante él no pareciera más que absorta e interesada en lo que
estaba diciendo; parecía como si en verdad quisiera escucharlo
-…una noche me desperté como siempre lo hacia, listo
para comenzar mi cacería. Solo me dejaban atacar de noche, al parecer era mas
efectivo en la noche… nunca intente comprender eso, no tenía en la cabeza mas
que matar a los engendros y poder regresar a casa… después de ocho años
comprendí que no podría cumplir esa idea… no tenía casa, ni familia; un día las
personas que me vigilaban habían muerto a manos de otros humanos y estos me
llevaban lejos de mi misión y lejos de lo que en verdad quería-
Apretó levemente sus manos en la tela del pantalón y
suspiró nerviosamente
–escape la mañana siguiente, haciendo lo que se me tenía
prohibido desde un inicio… maté a las dos personas que cuidaban mi encierro… me
interné en un inmenso bosque con la
esperanza de perderles la pista… y lo logré… por varios años… en los que
descubrí la verdadera razón de que nunca me dejaron contactar con las personas,
la razón por la que solo podía salir de noche… para los humanos era invisible…
lo comprendí una mañana cuando regresaba a mi escondrijo provisional y me topé
con un grupo de jóvenes… parecían ser un grupo alegre y unido… al menos eso
pensé al seguirlos cautelosamente hasta la ciudadela donde vivían , intenté hablarles
pero no me oían… grité, rogué… sujeté a
uno de ellos ante la impotencia de que me ignoraban… y ese fue el desastre,
aunque no me veían ni oían, podían sentirme… comenzaron a decir que era un
fantasma, un espectro y al final un híbrido con la habilidad de camuflarse;
aunque no era fácil de detectar todas las personas de la ciudad iniciaron una
búsqueda para eliminar la amenaza-
Mantuvo la vista intrigado, esperando una reacción de ella
y sintió que su interior se aceleraba más. Amelia había inclinado el rostro y
parecía llena de dolor y pena.
-… hubiera sido lógico escapar como ya había hecho
antes, hubiera sido lo mejor… pero me quedé, quería decirles que no era un
amenaza, que no estaba ahí para lastimarlos, mi misión era defender a los
humanos, cuidarlos… pero ellos me cazaron como cualquier híbrido, enviaron a
grupos tras grupos de expertos cazadores hasta que me sometieron…- dio una leve
carcajada llena de ira
–fue tan estúpido en realidad… una mujer dijo que ella
podría contactarse conmigo, que yo era un espíritu desolado y que ella podría
llevarme a la luz… no se que significaba eso pero fui tan tonto que dejé que se
acercara… me atraparon en poco tiempo y me encerraron, estaba tan enojado que
no pude explicarme… no pude decirles que no era lo que creían… los primeros
sujetos en intentar someterme, de los que había escapado treinta años atrás me
llevaron de nuevo y me…-
-te mantuvieron en cautiverio- Amelia lo vio con
notable tristeza -¿sabías que el lugar donde te tenían era una fortaleza de la nueva
alianza humana?-
-¿Qué?-
Kravel contuvo el aliento, sus perfiladas cejas casi
formaron una sola sobre el inicio de su nariz.
La voz de Amelia se volvió un hilo débil, no podía
creer que la vida fuera tan absurda, tan cruel.
-yo… yo ya te…yo no te… yo no…-
Alzó el rostro para ver la expresión de duda en aquel
rostro perfecto, había sido una tonta ¿cómo no se había dado cuenta antes? A su
mente llegaron los rumores que circulaban en la base de entrenamiento, cuando
el grupo de captura al fin había conseguido al primer guerrero.
Recordó como todos los escuadrones de escudos se
maravillaban y reverenciaban a los escudos dorados por tal hazaña.
-cuando mi escuadrón me informó que nuestra hechicera…
había encontrado lo que tanto tiempo buscábamos… simplemente mandé a… yo no…-
-¿escuadrón?-
-…yo envié a la mujer que te llevó a la trampa-
Siguiente cap. 3 ;) próximamente
Att. Aurora
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