Behind Cap. 2.1

martes, 9 de septiembre de 2014

Bien, en la entrada anterior no comenté que solo era la primera parte del segundo cap... jejeje lo siento, pero cuando me dí cuenta ya estaba publicado y pues... neeh no quise corregir jajaajajaja.
así que aquí les dejo la continuación de este cap. recordemos que Amelia se ha desmayado por el dolor de sus heridas y Kravel esta por "atenderla" ;) espero que les esté gustando esta historia; sus comentarios son bienvenidos siempre, me ayudan a mejorar ;)
disfruten el resto del capítulo, hasta la próxima.



II. I 


...-¿y la dejaste ir?- dijo el hombre sentado a la cabeza de la larga mesa, un mechón de su negrísimo cabello rosaba su mejilla fría y severa, su mirada de color vino demostraba su total gobierno en cada uno de los hombres ahí presentes, era imponente simplemente sentado holgadamente en el sillón de orejas, sus labios finos estaban firmes y sin expresar su descontento; por el contrario, una leve curva en la esquina derecha provocaba que pareciera un buen muchacho de no mas de dieciocho años ingenuo y feliz. No mostraba alteración alguna aunque el tipo nervioso sentado a su derecha estaba encorvado y notablemente afectado por lo que acababa de declarar ante los ocho presentes, había tenido en sus manos a la peor de las aberraciones de este mundo y la había dejado ir.
-¿pensaste que con darle un batazo en la rodilla podrías detenerla?-
La voz del jefe de la reunión era serena, incluso generosa al preguntarle, era como si de verdad estuviera preocupado por su subordinado, cosa que todos en esa mesa sabían que no era cierto
-yo… intenté… pero mi esposa… ella…- a la mente del interrogado vinieron las macabras escenas de la muerte de su adorada mujer, aquella delicada criatura que no sabía a quien había protegido, que nunca sabría porque su amante esposo le había golpeado el cráneo hasta dejarlo como una masa sanguinolenta que  se esparció por todo el cuarto de cocina
-Estefanía tuvo la equivocación de interponerse, eso es evidente, pero no es una excusa que te limitara para detener a Amelia-
El nombre de esas dos mujeres en labios de aquel temerario hombre parecían un insulto; eran las dos personas que mas contacto tuvieron con él pero ahora parecía como si solo hubiera sentido por su hermana y su amante deseos de cortarlas en mil pedazos y lanzarlas al abismo mas oscuro donde nadie supiera que alguna vez tuvieron relación con Midjar, el hombre mas poderoso de todo este lado del caótico mundo.


Amelia despertó lentamente, tratando que su mente trabajara tan rápido como ella deseaba, se sentía cálida nuevamente pero no estaba en brazos de Kravel, si no en su cama.
La cual estaba suave y acogedora.
Él le había puesto una sabana encima y notablemente había hecho lo que ella no pudo lograr, su rodilla estaba fuertemente atada, no podía mover el brazo derecho pues un apretado cabestrillo sujetado a su cuello impedía que lo moviera un centímetro.
-¿Kravel?- dijo con suavidad mientras intentaba con el brazo sano apartar las sabanas
-no te muevas-
La respuesta era una orden más que todo, Amelia simplemente movió la cabeza hacia la voz al pie de la cama y vio al imponente hombre que la veía con severidad
-¿Qué eres?- preguntó siempre con voz de trueno.
Amelia notó un débil temblor en su pecho ante la pregunta; tendría que movilizarse muy pronto si Kravel ya había notado lo que ella escondía; rápidamente palpó su vientre y sus pechos con la mano sana y descubrió que estaba desnuda; suspiró resignada ante el hecho, no lo culpaba por tener esa mirada de odio hacia ella, nadie en su sano juicio aceptaría a alguien como ella en su casa.
Pero tenía que buscar la manera de salir de ahí al menos con algo encima, o en el peor de los casos salir al menos con vida.
-gracias por curarme- dijo haciendo un esfuerzo gigantesco por moverse; en verdad estaba lastimada, hasta ese momento resentía todo el cuerpo, incluso debajo de las uñas podía sentir el leve escozor y malestar que la recorría de pies a cabeza, debía ser a causa de estar tan cómoda y que dejó que su cuerpo se relajada demasiado lo que había permitido que su nivel de tolerancia al dolor fuera nulo.
-olvídalo, ahora dime ¿que eres?-
-soy Amelia-
-¿un demonio tal vez?-
Amelia miró intrigada la maravillosa sonrisa que se formaba en aquel rostro divino, no estaba enojado o asustado, tan solo estaba preocupado… por ella, haciendo que otro temblor, esta vez mas fuerte, diera un vuelco en su pecho.
-lo que puedo decir es que no soy un híbrido…aunqu…-
-aunque lo pareces- terminó él dando dos pasos para quedar a su lado
-como alguien me dijo hace poco soy yo y eso basta-
Kravel mantuvo su expresión jovial, parecía como si todo el asunto le resultara de lo más cómico, cuando no lo era; Amelia sabía que en cualquier otro lugar, como le había pasado durante esos días, si alguien descubrió o simplemente sospechó que no era humana la echaron y la trataron como al más vil híbrido, aquellos seres que habían arrasado con la tierra y exterminado a casi todos los humanos hacia noventa años.
Amelia había nacido el mismo día en que el primer demonio obtuvo el acceso a este mundo.
-no soy nadie para preguntarte, pero no puedo quedarme tranquilo al pensar que en verdad eres un híbrido, no puedo tenerte en mi casa si en cualquier instante vas a atacarme-
Amelia sentía que el corazón se le escapaba por la boca; sabía que esa sería una reacción normal ante el hecho de que él supiera mas que nadie su condición, pero estaba en verdad ansiosa de saber si ese loco iba a arrojarla de su casa por haber descubierto las leves diferencias en su cuerpo; sus pechos sin pezones y las marcas de nacimiento en su abdomen con formas tribales de un color carmesí dando un aspecto de cicatrices recientes.
Pero no era un híbrido, al menos no como los espantosos seres que ella mataba, no tenía sed de sangre humana, podía estar a la luz del sol y no tenía la locura corriéndole por las venas; era muy hábil y desde pequeña supo adaptarse rápidamente a todas las técnicas de combate que le habían enseñado, era un soldado perfecto, pero no era un híbrido… tampoco era un humano.
-no soy un híbrido- dijo en solemnidad, realmente angustiada por que Kravel no le creyera –no como gente, no infecto a otros y no…-
-no eres humana tampoco- cortó él
-parece que no te molestara en realidad-
-si lo que dices es verdad no me molestara cuidarte hasta que te recuperes-
Amelia entendía muy poco a ese tipo, ¿Cómo era posible que estuviera tan calmado? Hacia segundos tenía esa expresión severa en su rostro como si estuviera dispuesto a quebrarle más huesos o matarla, y ahora la veía con gentileza y calidez como si el hecho de que ella fuera un ser no natural no fuera un problema. Y lo era, Amelia había comprobado en los anteriores meses que los malditos híbridos la encontraban rápidamente, para ellos era como seguir a la más dulce de las mieles y cuando alcanzaban su rastro terminaba matando y huyendo en espera del siguiente lugar de lucha.
-no se porque haces esto, y en verdad me impresiona el gesto, pero no puedo quedarme aquí-
Se apoyó en la cama con su mano sana y se levantó hasta que su espalda quedó contra la cabecera de hierro forjado con motivos florales abstractos, la sabana que la cubría se deslizó hasta sus piernas.
-¿y piensas irte así?-
-he estado peor-
Suspiró al ver el cabestrillo que perfectamente cubría su pecho, aquellos senos que nunca darían vital leche a algún hijo que nunca tendría.
-¿Qué te paso? ¿Te atacó algún híbrido?-
Las preguntas estaba tan cargadas de interés y tristeza que Amelia no pudo decir nada. Algo dentro de su pecho parecía encogerse ante el confortable sonido.
Nunca había sentido algo así; esa intriga genuina en unas preguntas que en cualquier momento de su vida hubieran sido de rutina ¿Por qué venía alguien que no conocía y la ayudaba, alguien que la curaba cuando nadie nunca se interesó por ella más que para mandarla y poseerla? ¿Por qué sentía que el aire se le escapaba incontrolable por la boca y los ojos le ardían de tal manera?
-no hubiera dejado que un híbrido me tocara- dijo al fin sintiendo como el mar de lagrimas le impedía ver mas que olas de agua salada
¿Qué rayos le estaba pasando?
-¿quién te hizo esto?- Kravel se hincó a su lado.
-la pregunta sería ¿por qué soy tan débil, no crees?- apretó sus labios con bastante fuerza para impedir que el sollozo escaparse y con el brazo libre se quitó las lagrimas de los ojos, no podía creer lo estúpida que estaba siendo.
¿Estaba llorando? ¿Cómo era posible que pudiera llorar? Y lo peor era llorar ante un extraño, llorando al recordar que era una idiota, una perdida, una innatural.
Llorando cuando nunca supo como hacerlo.
-no me interesa si eres débil o no… solo descansa- dijo él con suavidad.
-¿Qué?-
Él parecía algo indeciso en responder y Amelia se sentía cada vez más tonta al estar ahí con un demente que la veía como un niño perdido en busca de ayuda, cuando era ella la que estaba siendo ayudada
-descansa-
-¿no te interesa que sea débil?-
-no-
-¿Qué te interesa entonces?-
Kravel sonrió ampliamente, y ella sintió que su rostro volvía a ponerse como un tomate; él loco a su lado tenía la sonrisa más perfecta que hubiera… de inmediato se retracto. No tenía muchos puntos de comparación para una sonrisa, las pocas que había visto eran sonrisas irónicas o lujuriosas, no podía comparar la calidez y ese brillo en los ojos de hielo de este hombre.
-¿Kravel?-
-descansa- ordenó mientras movía levemente su mano para subir la sabana, indicándole que debía volver a recostarse.
-¿Por qué haces esto?- ella se deslizó bajo la tela tibia ante el total cansancio que la invadía; quería dormir mucho, dormir y dormir sin tener que pensar que debía despertarse cada cinco minutos para comprobar que nadie estuviera a punto de matarla… y estaba comenzando a imaginar que podía lograrlo si Kravel estaba ahí.
-tu me vez- dijo él mientras se apartaba y se marchaba.
Amelia vio su espalda de hombros rectos y amplios notando algo como una leve sombra al centro de ambos omoplatos y se permitió sonreír, en verdad que el tipo estaba loco, cualquiera podría ver a tan perfecto ser, cualquiera quedaría embobado con su presencia y su notable amabilidad, ¿Por qué decía que ella lo veía? ¿Acaso todo esto era una alucinación producto de su dolor? ¿Será que al final de todo estaba muerta y esto era su recompensa por años y años de batallas y abuso?
Si era su muerte era aceptable. Sería feliz de que en verdad su mundo se volviera dormir en esa cama por siempre y tener al loco que caminaba desnudo como cuidador… era aceptable.



Estaba  intranquilo y la estúpida mujerzuela que salía después de las horas de acción simple y aburrida no le había servido para mucho; se pasó fuertemente la mano por los cabellos negros y apretó el puño en su nuca, sus ojos rojizos repasaron la habitación con cansancio; la cama de dosel y suntuosas telas,  la chimenea blanca con el florero rebosante de lirios, la butaca azul claro donde descansaba uno de aquellos libros viejísimos de principio de siglo que ella le leyó hacia no mas de unas semanas.
Estaba tendido boca arriba en la enorme cama y la lluvia golpeaba la ventana al fondo del cuarto con tanta fuerza que imaginaba que las siguientes gotas romperían los cristales y rebotarían en la cómoda cercana.
Tenía que recuperarla.
Amelia debía volver a él no importara quien tuviera que morir por ello. Ella era suya.
No podía creer que se hubiera revelado y escapado, cuando la tuviera frente a frente le recordaría quien era él y asegurarse que nunca tuviera la idea de volver a huir.
No por nada había pasado tanto tiempo armando tantos planes para controlar todo, si ella andaba sin cuidado por ahí muchas cosas saldrían a la luz y sería el final de su bien planeado gobierno. Le dio un puñetazo a la almohada a su lado derecho, los músculos de todo su cuerpo macizo pero grácil se tensaron de ira; no era posible que ella se fuera así como así, tenían años de estar juntos. Creía que ella siempre le obedecería, que siempre lo seguiría… que siempre lo amaría… ¿Quién si no él la recibió aun sabiendo la aberración que era? ¿Quién si no él le había enseñado todo lo que sabía para matar a quien se le pusiera en frente? Tal vez había sido demasiado condescendiente con ella, quizás no debía haber dejado que tuviera tanta libertad; hubiera sido mejor mantenerla atada como el engendro que era y solo soltar un poco la correa para enviarla a las misiones por las que su fundación ahora era alabada como la salvadora de la humanidad. Tenía que haberla sometido mas a sus deseos, sabía de sobra que nunca se le resistía, nunca se movía de manera incorrecta cuando el la tomaba, era dócil; tan dócil como letal contra los híbridos; cuando la tenía bajo su cuerpo ella se entregaba y no pronunciaba mas que suspiros y gemidos de placer… era suya, no toleraría que anduviera por ahí desperdiciando tiempo que debía ser usado para establecer de una vez por todas la fundación y complacerlo a él. Ella iba a volver o morir.


 



Estuvo a punto de… ¿Cómo era capaz de hacerle algo así a alguien tan lastimado?, era un desgraciado, un mal nacido… se merecía morir por el simple intentó cuando le quitó la camisa y su boca se le hizo agua al ver aquel cuerpo maravilloso y extraño a la vez.
Era única, eso era evidente con solo lo que paso en el pastizal. Pero ahora era totalmente claro que Amelia era y sería la única criatura que podría verlo… y quizás amarlo…
Un leve calor bajó desde su garganta hasta su estómago;
Amar ¿Qué era eso? ¿Cómo sabía que era bueno? ¿Qué no era una farsa? Lo único que entendía de la palabra era lo que había encontrado en los muchos libros que tenía.
Vio el fuego en la chimenea que él mismo había formado en la roca virgen, luego movió la mirada por esa parte de la casa que tanto apreciaba; el cuarto de la chimenea había sido el primero que había excavado, y no se arrepentía de haberle dado la forma redonda que tenía, le hacía sentir seguro.
Cada mueble que había conseguido; No de manera honrada debía admitir;
Le había cautivado en su momento de obtención y le seguían produciendo un sentido de ensimismamiento al verlos. En su sala favorita tenía la oscura y antigua  estufa que había aprendido a usar espiando a las señoras de las ciudades que sobrevivieron al holocausto; la enorme mesada de caoba oscura e imponente en el centro del redondo salón, sobre ella una vajilla variadísima de colores calidoscopios, los tres sillones tan diferentes de forma y color pero que en aquel espacio armonizaban a la perfección, el librero con los tomos que le estaban preocupando estaba apoyado junto a una de las alacenas bien surtidas; le gustaba comer mientras leía y leía, era su única forma de conocer e imaginar, así podía creer que todo cuanto leía era una platica con las personas que en ellos aparecían.
-no puedo desear nada- dijo con tristeza al recordar la única vez que creyó tontamente que podía ser mas parecido a un humano.
 No podía desear ser mas que un ladrón invisible, ser un engendro fugitivo de sus deberes, ser solamente un ángel caído que no moriría en un tiempo cercano.
 No le quedaba más que seguir en la tumba que él mismo excavó y no desear nada. 
Alzó la mano sobre su hombro derecho, estiró un poco mas los dedos y tocó el nacimiento de sus alas; sonrió sintiendo que un extraño agujero se formaba en su pecho, Amelia no había notado sus alas; quizás no las había visto, quizás no le habían importado o quizás no podía ver todo de él… no lo entendería si lo supiera de todos modos; pero con eso sabía que aunque viera la mayor parte de él no iba funcionar lo que él soñaba.
De inmediato comenzó a reír, reír fuertemente, ¿Cuándo había soñado algo? ¿Acaso soñar no es lo mismo que desear? Era un idiota, ¿que no lo había decidido antes? él sabía que deseaba que ella se quedara, que lo conociera y conocerla, era su sueño, su deseo.

Amelia vio los ojos rojos que le sonreían maliciosamente, sentía el calor del cuerpo que portaba esos ojos, las manos que recorrían su cuerpo y le provocaban náuseas
-no…- susurró cuando el monstruo sobre ella intentaba hacerle lo que siempre le hacia –no…ya no…-
Un impacto en su espalda la llevó a otro lado; salvada de él pero en peligro con los ocho híbridos que la rodeaban, eran deformes y le sobrepasaban en altura por casi cuatro cabezas, tenían la mirada perdida como todos esos seres grotescos pero sabían lo que querían y como conseguirlo.
Sangre y carne humana.
Buscó su espada pero al alzar su brazo sobre su hombro izquierdo no estaba, rápidamente se movió hacia la derecha donde había un pequeño agujero en las líneas enemigas, tenía que darse tiempo para buscar un arma y así descuartizar a los ansiosos remedos de humano que la rodeaban pero el paso dado la llevó a caer en un agujero oscuro y frío; el dolor de su pierna y su brazo se volvió incontrolable.
Gritó desesperada, no podía detener la caída, en cualquier instante se estrellaría contra el suelo; vio cientos de rostros contraídos de dolor, ira y locura, cientos y miles de caras le devolvían la mirada colérica, la odiaban.
La detestaban por haberles matado, torturado y masacrado;
Centenares de híbridos que pedían su muerte.
Un temblor la recorrió por completo, y notó la tela firme en su pierna, el cabestrillo en su brazo y alrededor de su cuello.
Era una pesadilla.
Todo ese absurdo juego de sombras y miedo había sido producto de su cerebro nervioso; igual que todas las veces anteriores, dormía con miedo y siempre tenía pesadillas.
Estaba siendo tan débil, tan cobarde… movió la vista por el lugar, era acogedor por el hecho de tener tantas cosas juntas, eran todas muy diferentes pero de alguna forma curiosa se complementaban muy bien, los armarios que cubrían la entrada, el tremendo cofre de hierro colocado en la otra pared bajo un soporte de espadas y cuchillos, el armario con forma de mujer gorda al pie de la cama, las sabanas grises y suaves… el olor tibio de que esa era la cama de alguien… alguien grande y de un dulce pero varonil aroma, una mezcla de maderas antiguas y pasto fresco… podría quedarse ahí y saborear ese olor levemente cítrico; pero no podía quedarse, estaba casi segura que muy pronto la encontrarían, que él la seguía buscando… no era justo para el invisible cuidador quedar envuelto en su caótico escape.
Apartó la sabana que tanto le agradaba y con la mano libre empujó la pierna entablillada hasta que su pie desnudo tocó el suelo frío; un escalofrío subió por cada nervio de su pierna
-contrólate- se ordenó
Debía aislar cualquier sensación ahora, tenía que centrarse en salir de ahí y continuar su camino hacia… Vio las vendas maravillosamente blancas… ¿A dónde iba? ¿Hasta donde tendría que correr para ser libre?
La respuesta le martilló los sesos, no podía ir lo suficientemente lejos de Midjar, él era ahora el hombre más importante de la renaciente población humana, había sido el único que tenía el poder y la habilidad para enfrentarse a los híbridos que se alimentaban de los débiles humanos de aquellos años. Él era el nuevo gobernante, todos lo conocían y le admiraban, lo veían como justo y salvador… cuando era un maldito cerdo prepotente y arrogante que lo único que le interesaba era el poder y ser el centro de atención.
Pero no era momento para estar analizando al bastardo ese, era tiempo de salir. Apoyó la otra pierna y se puso de pie con lentitud, no estaba tan mal como creía, al tener de nuevo su estricta orden de controlarse a si misma podía soportar el malestar; y también había que adjudicarle cierto mérito a las buenas atenciones de Kravel… algún día volvería y le agradecería… algún día…
Su ropa no estaba a la vista pero sí la bata que él había dejado en la cama; como pudo se la pasó por el brazo atado y la amarró de manera rápida a su cintura, la tela era pura seda color azul suave y tibia, no era algo apropiado para andar fuera, dio unos saltillos hasta un jarrón del tamaño de una mesa que estaba lleno de telas, al inspeccionar encontró varios trozos de camiseta, los podría usar para hacerse un top… si tuviera la movilidad de ambos brazos, claro ¿Cómo podía encontrar algo para usar?
-¿no te gusta la bata?-
La voz profunda en un susurro la hizo ponerse en defensiva, dando un saltó no muy gracioso hacía atrás chocando con el jarrón y casi perdiendo el equilibrio de no ser porque Kravel la sujetó en el segundo preciso;
Mmm que brazos, pensó Amelia de inmediato al sentir su cintura sujetada por él.
-¿no te gusta?-
-no me funciona- dijo intentando no sonar nerviosa, ¿estaba nerviosa? ¡Rayos! ¿Por qué se sentía así, que era ese sentimiento?
-¿no te funciona para que?-
-tal vez me sea más cómodo andar por ahí desnuda como tú lo haces-
-no-
La negación rotunda la sobresaltó, podría jurar que sonaba demasiado posesivo, sobre protector y dominante; y lo que la sobresaltó de más fue que el tono no le parecía tan malo, no viniendo de él.
-debes seguir en cama- dijo al notar que ella le veía fijamente, podía jurar que había notado su aceleración al negarse a la idea de ella desnuda por su casa.
No era una mala idea, claro que no, pero lo volvería loco mas de lo que ya estaba;
Iba a cargarla para regresarla a su descanso cuando ella puso su mano izquierda en su hombro para detenerlo y decir
-debo irme-
Amelia no podía creer lo oprimido que sentía el corazón al decirlo, y el rostro severo de Kravel se le mostró asombrado hasta el punto del susto al oírla
-no puedo quedarme… te agradezco todo… pero… tengo que irme y…-
-¿A dónde?-
-¿Qué?-
-¿A dónde tienes que ir?-
-pues… ¿irme no es bastante? No tengo un… no tengo porque decirlo ¿cierto?-
-cierto-
¡Vaya! Pensó mientras él la cargaba, ¿Qué había sido eso?
-te iras mañana- Declaró cuando volvía a cubrirla con la sabana
-¿mañana?-
-mañana Amelia, el día después de esta noche, prepararé algo para ti y podrás irte ¿te parece aceptable?-
-¿Qué? Si… si es…-
-¿quieres comer algo ahora?-
-¿comer?... yo…-
Estaba atónita ¿cómo podía sentir que la lengua se le atropellaba tras los dientes? ¿Era ansiedad y nervios lo que estaba experimentando? Bueno, tenía que aceptar que ver el rostro de Kravel era muy difícil. Tan perfecto y atrayente, que automáticamente agachaba la mirada; su voz que parecía acariciarle, en especial las dos veces que había dicho su nombre.
-¿no comes acaso? Supuse que con un cuerpo casi como el de un humano tendrías al menos uno que otro símil con ellos ¿no?-

¿Porque tenía esa sensación de que el ambiente se estaba poniendo helado?...

Kravel se apartó de la cama y giró sobre sus talones para perderse tras el biombo; sentía tanta ira, tristeza y decepción;
Ella quería irse.
Estuvo a punto de apretar su frágil cuello y obligarla a callar esas palabras tan hirientes pero tan ciertas, él no era nadie para ella como para que le interesara saber donde iba y por qué se iba; Fue un idiota al creer que ella querría quedarse.
Atravesó el pasillo que conectaba el cuarto con la sala redonda y sin pensarlo golpeó la pared rocosa con su puño, lo que provocó que varios adornos cayeran al suelo; estaba seguro que donde ella estaba también había tenido secuela su gesto de irritación, así que dio vuelta otra vez para ver que no le hubiera caído nada encima.

¿Estaba enojado? Había visto esa expresión en el rostro de sus instructores cuando era pequeña, esa notoria insatisfacción para con ella que daba a ver claramente que no estaban conformes con lo que ella era o hacía ¿Kravel estaba molesto porque ella quería irse?
¿Por qué?
Cualquiera hubiera dado gritos de alegría al ver alejarse de su vida a una cosa como ella, el único lugar donde ella había estado recluida era la casa de Midjar y estaba segura que nadie ahí apreciaba su presencia…
¿Por qué Kravel parecía tan molesto?
Seguro era porque pensaba pedirle algo a cambio de sus cuidados y al ver que ella había tenido la intención de irse sin avisar, se sintió engañado.
Eso era, claro que si.
De repente un fuerte temblor recorrió el lugar produciendo que las banderas y el estante de las armas sobre el jarrón se desplomaran; Amelia automáticamente se puso de pie y se colocó en el centro del lugar porque hasta ese momento se había percatado de que justo sobre la cama había colgada una especie de hamaca con varios bultos y cajas que se bamboleaban a punto de liberarse.
El lugar no era apto para un refugio anti terremotos.
-¿te golpeaste?-
Un estremecimiento la llenó por completo, esa voz en ese tono de preocupación la iba a volver loca
-estoy bien… oye…-
Era mejor dejar las cosas claras ante todo, ella estaba en deuda con él, tenía que retribuir de alguna forma sus cuidados
-fui algo grosera al intentar irme, no es que no aprecie tus atenciones, pero no tengo forma como pagarte y yo…-
 -si piensas que te cure y te di donde descansar con la idea de pedirte algo material estas equivocada- le cortó él
-pues no sé porque lo hiciste entonces, nadie ayuda sin esperar algo a cambio-
-no he dicho que no espero nada a cambio-
Al instante Amelia se imaginó recostada en la cama que le gustaba tanto y sobre ella el perfecto cuerpo que había visto entre los matorrales… pero recordó otro cuerpo, un hombre que aborrecía y le forzaba a servirle
¿Acaso Kravel quería ser su nuevo torturador?
-¿Qué quieres entonces?- dijo con la clara idea de comenzar a correr para no volver a sufrir mas ultrajes
-que te quedes-
Amelia estuvo a punto de reír mientras una oleada de calor subía desde sus rodillas hasta su cara ¿él quería que se quedara?
¿Entonces en verdad iba ser una esclava otra vez?
No, no podía creerlo, algo en la mirada gélida de él le aseguraba que no.
-¿quedarme?-
-debes reponerte si los que te hicieron eso están tras de ti, no voy a sentirme culpable si al irte a donde quieras ir estas en las mejores condiciones-
Bien; Pensó ella con las mil cosquillas que le recorrían la espalda;
Eso estaba más gracioso a cada instante.
¿Estaba dándole una excusa tan tonta para ver si ella quería quedarse?
¿Querría quedarse en ese curioso hueco excavado como una tumba y estar más tiempo en la cama calida y poder ver a su frío y gentil anfitrión?… por muy ilógica que se oyera esa comparación ¡Claro que quería quedarse!
Era lo único que quería o había querido hacer… pero era algo que no tenía derecho a querer… no podía querer nada si eso significaba arriesgar a Kravel…
¿Arriesgarlo? ¿Por qué se estaba preocupando tanto por él?
Era un extraño. No podía confiar en nada ni nadie, no tenía porque estar preocupándose por nadie más que ella misma… ¿o sí?
-sano mas aprisa que los humanos, para mañana estaré totalmente bien-
-no lo creeré hasta mañana-
-créelo ahora. No soy… buena compañía y no te creo eso de que solo quieres mi presencia aquí, nadie hace algo a cambio de nada-
-no soy nadie, hice lo que hice porque no soy como las personas que tu pareces conocer- y le señaló el cabestrillo - y te solicito que te quedes porque no me sentiré bien al saber que andas por ahí en medio de esa gente tan mórbida mientras estas herida-
Amelia  ahora sentía que la cabeza le daba mil vueltas; este tipo era increíble, estaba totalmente determinado a que ella de una u otra manera se quedara y por muy tonta que se escuchara creía de alguna forma que no la obligaría a nada, que podía confiar en sus intenciones… pero tenía que irse, lo mas lejos posible, si en verdad Kravel era genuinamente considerado sin importar sus motivos o intensiones no podía seguir poniéndolo en sus problemas, ella debía seguir sola, seguir huyendo y no permitir que nadie la encontrara.
-¿por qué me ayudas?-

Kravel vio el gesto de intriga y dolor que se formaba en el delicado rostro, ella parecía no comprender nada; pero era entendible; ¿cómo iba ella a comprender que estaba tan contento de poder hablarle? ¿Qué también estaba triste porque ella no quería quedarse? ¿Tenía que decirle lo que en verdad le pasaba?
-tu me ves- dijo con firmeza haciendo que sus hombros se cuadraran como si en cualquier momento Amelia fuera a atacarlo.
Y cual fue su sorpresa y su aceleración en el corazón cuando ella comenzó a reír suavemente
-te veo…- dijo entre el sonido glorioso de su risa nerviosa –es obvio que te veo…- soltó un fuerte suspiro para controlar su risa y lo vio a través de lagrimas como diamantes en el nacimiento de sus pestañas inferiores
-¿cómo no podría verte?-
-soy un desterrado- dijo él con suavidad.
Su alma; o lo que quedaba de eso en su interior; se debatía ante lo que estaba por hacer; jamás, en todo el tiempo que tenía de vivir, había hablado de lo que estaba borboteando en su garganta ahora; pero no iba a controlarlo mas.
-llegue aquí cuando apenas era un muchacho, no conocía nada de este lugar ni de sus habitantes… lo único que me habían dicho era que no eran como yo… o que en realidad yo no era como ellos…no tenía mas de unos meses de estar aquí cuando aparecieron los primeros híbridos. aunque era un niño sabía por qué me habían traído a este mundo, tenía que eliminar a todos lo asesinos de humanos… en menos de un año las crecientes hordas habían mermado y no es por ser jactancioso pero tuve gran parte en ello… habíamos llegado a un pueblo bastante grande en lo que en ese tiempo llamaban Centroamérica, los que venían conmigo siempre me mantenían oculto para que nadie pudiera verme…- Kravel sonrió cansadamente rememorando todo eso; sentía que su cabeza iba a explotar y su corazón se detendría en cualquier momento.  Pero le resultaba gratificante que la criatura femenina ante él no pareciera más que absorta e interesada en lo que estaba diciendo; parecía como si en verdad quisiera escucharlo
-…una noche me desperté como siempre lo hacia, listo para comenzar mi cacería. Solo me dejaban atacar de noche, al parecer era mas efectivo en la noche… nunca intente comprender eso, no tenía en la cabeza mas que matar a los engendros y poder regresar a casa… después de ocho años comprendí que no podría cumplir esa idea… no tenía casa, ni familia; un día las personas que me vigilaban habían muerto a manos de otros humanos y estos me llevaban lejos de mi misión y lejos de lo que en verdad quería-
Apretó levemente sus manos en la tela del pantalón y suspiró nerviosamente
–escape la mañana siguiente, haciendo lo que se me tenía prohibido desde un inicio… maté a las dos personas que cuidaban mi encierro… me interné  en un inmenso bosque con la esperanza de perderles la pista… y lo logré… por varios años… en los que descubrí la verdadera razón de que nunca me dejaron contactar con las personas, la razón por la que solo podía salir de noche… para los humanos era invisible… lo comprendí una mañana cuando regresaba a mi escondrijo provisional y me topé con un grupo de jóvenes… parecían ser un grupo alegre y unido… al menos eso pensé al seguirlos cautelosamente hasta la ciudadela donde vivían , intenté hablarles pero no me oían… grité, rogué…  sujeté a uno de ellos ante la impotencia de que me ignoraban… y ese fue el desastre, aunque no me veían ni oían, podían sentirme… comenzaron a decir que era un fantasma, un espectro y al final un híbrido con la habilidad de camuflarse; aunque no era fácil de detectar todas las personas de la ciudad iniciaron una búsqueda para eliminar la amenaza-
Mantuvo la vista intrigado, esperando una reacción de ella y sintió que su interior se aceleraba más. Amelia había inclinado el rostro y parecía llena de dolor y pena.
-… hubiera sido lógico escapar como ya había hecho antes, hubiera sido lo mejor… pero me quedé, quería decirles que no era un amenaza, que no estaba ahí para lastimarlos, mi misión era defender a los humanos, cuidarlos… pero ellos me cazaron como cualquier híbrido, enviaron a grupos tras grupos de expertos cazadores hasta que me sometieron…- dio una leve carcajada llena de ira
–fue tan estúpido en realidad… una mujer dijo que ella podría contactarse conmigo, que yo era un espíritu desolado y que ella podría llevarme a la luz… no se que significaba eso pero fui tan tonto que dejé que se acercara… me atraparon en poco tiempo y me encerraron, estaba tan enojado que no pude explicarme… no pude decirles que no era lo que creían… los primeros sujetos en intentar someterme, de los que había escapado treinta años atrás me llevaron de nuevo y me…-
-te mantuvieron en cautiverio- Amelia lo vio con notable tristeza -¿sabías que el lugar donde te tenían era una fortaleza de la nueva alianza humana?-
-¿Qué?-
Kravel contuvo el aliento, sus perfiladas cejas casi formaron una sola sobre el inicio de su nariz.
La voz de Amelia se volvió un hilo débil, no podía creer que la vida fuera tan absurda, tan cruel.
-yo… yo ya te…yo no te… yo no…-
Alzó el rostro para ver la expresión de duda en aquel rostro perfecto, había sido una tonta ¿cómo no se había dado cuenta antes? A su mente llegaron los rumores que circulaban en la base de entrenamiento, cuando el grupo de captura al fin había conseguido al primer guerrero.
Recordó como todos los escuadrones de escudos se maravillaban y reverenciaban a los escudos dorados por tal hazaña.
-cuando mi escuadrón me informó que nuestra hechicera… había encontrado lo que tanto tiempo buscábamos… simplemente mandé a… yo no…-
-¿escuadrón?-
-…yo envié a la mujer que te llevó a la trampa-

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                                                    Att. Aurora

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